La taberna del mar: Sueños para un prólogo

17 mayo 2006

Sueños para un prólogo


Esta taberna nació cuando dos desconocidos se soñaron, el día que descubrieron que vivían una doble vida a cuatrocientos kilómetros de distancia, el día que, con un escalofrío, despertaron de un extraño sueño (¿o era la realidad y lo que hicieron fue dormirse?) Los dos desconocidos ya no saben si sueñan, si viven, si son ellos, sin son otros. Tampoco quieren saberlo. Solo sentarse frente al mar.
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hoy he soñado que yo no era yo, hoy he soñado con una casa en el monte entre rosales llenos de mirlos, hoy he soñado que era una isla en un mar norteño, he soñado que los marinos me temían porque sus anzuelos se enganchaban en mis rocas, hoy he soñado que veía el mundo desde otros ojos, que era mas bajito (pero no mucho), que era más feo (pero no mucho más), que era más viejo (solo unos añitos), que por mi boca salían palabras que no entendía, que escribía cuentas en una pizarra negra, hoy he soñado que montaba en bicicleta por las orillas de un mar a veces gris y a veces dorado, hoy he soñado que despertaba en una cama que no conocía y que dormía junto a mí un hombre raro (muy guapo, por cierto) y me rodeaban unos brazos demasiado largos, demasiado huesudos, hoy me he despertado con las sábanas húmedas, con el canto de un mirlo, con el olor del mar y los rosales, con el abrazo de un desconocido y con un sabor extraño en la boca a ostras y cognac.

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Hoy, despierto y en la playa, he soñado una hipotética vida.

He encontrado un río en la llanura de Castilla y he estado pescando con mi cariñoso padre. Mamá está leyendo, sentada contra un árbol. Quiero saber por qué la luz de la primavera hace brotar las flores, de pronto, hasta convertir estos margaritones en circunferencias perfectas. Quiero saber por qué el fluir de las palabras es más sugerente que este río y los peces que en él habitan. Quiero conocerlo todo, las leyes de la música, la emoción de la pintura, las reglas de los números, la lógica del pensamiento. Y todo está a mi alcance.
Quiero irme de mi pueblo para ver, aprender, aprehender todas esas cosas y mil cosas más. También me iré de mi pueblo porque en mis juegos eróticos sueño con hermosos muchachos, y eso está mal visto: en la gran ciudad seré libre para acariciar bellos cuerpos. Marcharé de mi pueblo para aprenderlo absolutamente todo.

Después, he detenido el hechizo.

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Editado por ambos

8 Comentarios:

Blogger kaerff escribió...

Las huellas empiezan aquí.
Ojalá permanezca esta luz.

5/21/2006 10:05:00 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Pronto ha llegado mañana.
Que el sueño empiece hacerse realidad.

5/22/2006 01:06:00 a. m.  
Blogger Ana escribió...

Mirar el mar desde esta terraza es reconfortante. El cielo se confunde con el mar y la brisa acaricia mi cara. Este olor me es familiar. Lo sentí en invierno y ahora, con este calor, lo vuelvo a percibir y hace que se acumulen en mi mente montones de palabras, poesías, secretos, pasiones, sentimientos...
Abro los ojos y veo una taberna a la orilla del mar, las mesas están sobre la arena y suena una canción de Ketama. Las cervezas son baratas y frescas, y los amigos tienen barra libre. A lo lejos se ve el Peine de los Vientos, y un delfín despistado nada en La Concha acompañando una canoa con remeros que se mueven al compás. Desde el puerto se ve el hermoso Monte Igueldo, y por la playa caminan dos hombres que desde lejos parecen uno solo. Ambos caminan al mismo ritmo suave pero firme, y se miran a los ojos y, sin hablar, se comunican. Tiene bonitas vistas esta taberna...
Me siento alrededor de una mesa con amigos que siguen sus caminos y que vuelven para tomarse algo conmigo y contarme cómo es su vida ahora. Y mientras tomamos unas cañas abrimos cajas llenas de detalles. ¡Con lo que a mí me gustan los detalles!!
Me gusta alargar las cañas hasta la cena, y si se tercia, continuar la charla cenando, y riendo, y compartiendo...y alargar la velada como si el tiempo no hubiera pasado... y enterarme de cada anédota, de cada día especial...
Mi teléfono siempre está abierto a amigos, y más si un día se despidieron y vuelven a llamarme para quedar.
Yo sigo en mi pequeña ciudad. Trabajando dentro y fuera de casa, tecleando a ratos, desafinando en el coche, criando a dos hormiguitas, decorando paredes vacías, dando saltos como un canguro y amando, siempre amando...soy pasional, ya lo sabéis.
Mi vida sigue su camino, a veces por autopistas y otras por caminos vecinales, que no son tan rápidos pero me dejan disfutar más el paisaje. A veces vuelo, dibujando círculos en el cielo, buscando algo interesante en tierra. Y hoy por fin lo he encontrado al lado del mar.
Bajo y aquí me quedo, con vuestro permiso...hasta que el vino se acabe.
¿No estará libre el puesto de camarera, no?

5/22/2006 10:43:00 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Al fondo del pueblo hay una casita encalada, con travesaños de madera pintados de azul oscuro. El camino de tierra termina frente a ella, y allá voy, buscando el silencio.
Hay un letrero despintado sobre la puerta.
Entro despacio. Tras la barra de roble desgastado, un hombre delgado está ordenando frascas de vino, vino blanco de color ámbar, otros de tonos amarillos, pálidos y soleados; tintos color cereza y oscuros como la sangre, moscateles dulces de aromas del sur. Otro tipo de brazos largos y mirada aguda está limpiando las mesas desgastadas con esmero, lleva un mandil de rayas y frota la madera con mimo. No hay nadie.
Pido una cerveza y salgo con ella a la banca que está fuera apoyada en la pared blanca. Tengo el mar delante, una pequeña playa más abajo reproduce en la arena el dibujo de las olas. La brisa es fresca, el sol calienta, el agua brilla como los diamantes, las aguamarinas, los zafiros, apoyo la cabeza en la pared y respiro el olor del agua salada.
El hombre que limpia las mesas sale con una chiquita de tinto oscuro.
-¿Puedo?.
-Es su casa, por supuesto.
Se sienta ni muy cerca ni muy lejos, estira las piernas, cruza sus largos brazos, le oigo respirar hondo. El hombre de la barra sale también, con una caña de cerveza, se sienta en un taburete. El reflejo del mar aclara aún más sus ojos verdes, y los de su compañero relucen con el brillo de las olas.
Nos miramos, sonreímos, miramos al mar. Los tres estamos pensando lo mismo:
"Qué bien se está aquí".

Desperté con olor a salitre en la nariz.

5/22/2006 10:48:00 a. m.  
Blogger MadJavi escribió...

Hoy me he levantado con un regusto dulce en los labios, con una mirada más profunda que antes y con la ilusión creciente de sentir algo nuevo; no me equivocaba...

5/22/2006 11:47:00 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

sueños....

Me habeís echo recordar cuando voy a mi playa con mi perrita a pasear...a hablar conmigo misma....

Mi playa se convierte por unos momentos en mi montaña, mi perrita se transforma en mi yegua, las gaviotas en lugar de volar van en manada como las ovejas, la arena suave huele a hierba fresca....el sol se torna luna llena y su reflejo en el mar, pasa a ser el reflejo de todas mis almas sentadas alrededor de ya sabeís donde.
Sueño.....pero sueño despierta.
Un besote a los dos
Mountain Marga

5/22/2006 12:12:00 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Entro sin llamar porque las puertas están abiertas, me gusta esta nueva casa... me gusta mirar al mar y sentir su brisa rozando mi piel... el viento moviendo la arena, me gusta que mientras bebo sorbito a sorbito de mi vaso con gotas de melancolía escuche vuestras palabras...
letras que atraviesan mis sentidos,
que golpean las entrañas,
que sosiegan mis lamentos,
que revivan la certeza de que vivo,
que siento,
que miro a los ojos de los que llenan mi copa de sentido...
hoy brindo con vosotros mientras las olas ponen banda sonora a nuestra risa

5/22/2006 02:48:00 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Pues hacerme un huequito que me siento también. Que buena vuestra compañía, un lugar donde podemos encontrarnos hablar y reirnos.
Mirando al mar? Estupendo.
Esta ronda la pago yo.

5/22/2006 06:29:00 p. m.  

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