La taberna del mar: Septiembre

01 septiembre 2006

Septiembre

Para la mayoría de la personas el año empieza en enero. Para mí, septiembre es el mes en el que siento que algo acaba y algo empieza. Llego a casa y me despellejo bajo la ducha en tres minutos, los últimos rayos de sol se van por el desagüe, me paso tres días barriendo arena que aparece por todas partes, como si la playa quisiera colarse en mi casa de Madrid, busco nuevos lugares donde guardar aquella piedra rosa que tanto me gustó sobre la arena húmeda, acariciada por la espuma de las olas, o aquella bola de plástico naranja deshecha por el azote de quién sabe qué vendaval.

En septiembre abro y cierro todos los cajones para ver qué hay dentro. En septiembre quito el polvo y vuelvo a colocar todos y cada uno de los libros que amenazan con comerme. En septiembre hago nuevas recetas con los higos o las moras que recogí aquel último día, cuando Madrid parecía tan lejos (y siempre acabo añadiendo algo de helado de vainilla o chocolate caliente derretido). En septiembre escribo mis recuerdos, porque a veces los inviernos son demasiado largos y las noches demasiado oscuras. Esos recuerdos son como las naranjas, que guardan en su interior el calor del verano y derraman su luz y sus olores por las habitaciones cuando pelamos una, en noviembre o diciembre.

Así que allá van: son sólo media docena de naranjas, pero lo suficientemente poderosas para irlas abriendo una por una hasta que, casi sin notarlo, vuelva a tener todo un verano por delante: la vuelta de un paseo por un monte en Cantabria, bajo la frondosa sombra de los castaños y los nogales, con olor a café al pasar por delante de una casita baja; los girasoles que se recortan contra un fondo gris oscuro, en un día frío y nublado, junto a la iglesia de Santa María de Eunate; los fuegos artificiales junto a la ría de Bilbao, que deslumbran a un chavalín de dos años, boquiabierto, cuya sonrisa me impide verlos a mí; los muchachos vestidos de blanco y rojo que hacen plantes y esquivan a las vaquillas en una plaza prefabricada junto a la iglesia de un pueblo de Navarra; una enorme lubina a la plancha con patatas y pimientos asados; el atardecer en las tranquilas aguas de la ría de Ajo y un paseo por los montes hasta el faro; una puesta de sol, que se refleja en un racimo de uvas doradas y en un campo de trigo ya recogido, en La Mancha; una piscina fría y solitaria algo sombría, pero deliciosamente transparente, y, como todos los años, la vista desde arriba de una preciosa playa en Sopelana, el brillo del sol en tus ojos y el sabor de tu piel salada.

En los días más fríos, abro una de estas naranjas, sin importarme que me salpique a los ojos o me llene las manos de su zumo, porque guarda en su interior un trozo de sol de agosto, y me calienta.

10 Comentarios:

Anonymous Anónimo escribió...

Septiembre, la vuelta al cole: ahí me has dado.
Espero recolectar todavía alguna hermosa naranja suelta, antes de que llegue el invierno.

9/01/2006 09:26:00 a. m.  
Blogger Ana escribió...

madre mía ¿Dónde compras tú las naranjas?
Hermoso zumo. Dulce sin necesidad de añadir azucar y del color de los atardeceres de La Mancha.
Me encantan los zumos que haces Jose.

9/01/2006 09:52:00 a. m.  
Blogger pon escribió...

Me temo mucho que ya todas las naranjas me van a saber a Jose Luis.....

9/01/2006 11:08:00 a. m.  
Blogger Javier escribió...

Es verdad, Septiembre es el fin y el principio, yo también lo veo así, el fin de año es un mero trámite, una costumbre social mas que real, septiembre es el mes que nos invita a la reflexión y a la renovación.
jejejeje!!! las dos webs son excelentes estáis en mi sencillo blog desde que empecé aunque hasta hoy no me he atrevido a postear

9/01/2006 01:01:00 p. m.  
Blogger José L. Serrano escribió...

Pues bienvenido.

Y bienvenida esa foto que no es exactamente de "perfil"

Gracias otra vez

9/01/2006 01:08:00 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Si viajas a Castellon en primavera puedes contemplar los naranjos en flor, campos llenos del colores y de olores, el verde de sus hojas y el blanco del azahar, el aire se impregna de olor a azahar que se mezcla con el del mar.
La época de maduracion de las naranjas empieza a mediados de otoño hasta el principio del verano, es la mejor época para comer naranjas.
Las naranjas que sacamos de nuestros cajones, guardan todas sus propiedades intactas y cuando las comes su sabor es delicioso, su zumo se te escurre por las manos, te chupas los dedos y te llevan a los lugares donde las cogiste y así nos ayudan a pasar el invierno sin resfriarnos, nos llenan de vitaminas para poder soportar los frios invernales y nos hacen llegar otra vez a la primavera y al verano.
Nota: Si alguien comete la imprudencia de comerse la naranja con cuchillo y tendor se pierde toda la magia, en fín, no es lo mismo, pero alla cada uno con sus naranjas.

9/01/2006 05:48:00 p. m.  
Blogger un-angel escribió...

Que buena pluma para dibujar todo el cuadro de sentimientos de este dichoso mes... un placer compartir unos cuartos de naranja en tu taberna...

9/02/2006 10:44:00 a. m.  
Blogger Ana desde el Sur del Mundo escribió...

En septiembre todo se barre con fuertes vientos en mi ribera, vuelve de a poco la calidez y espero la primavera... también renacemos nosotros luego de la desazón de tanta húmeda Buenos Aires, de tantos días perdidos en la incertidumbre del invierno. Y el jardín se ilumina con brotes rojizos, con lirios azules, con los verdes renovados y la tierra empieza a pedir más agua y ahí ando yo con mi regadera...
Pero mi año no comienza, ni termina... mi año continúa, espero el verano para soltar las amarras de mi realidad y acercarme al mar que me libera, que me hace respirar salitre y hundo mis pies en la arena... mi año está acabando, falta poco, un esfuerzo más, sólo una estación más y ahí sí todo comienza.

9/03/2006 06:37:00 a. m.  
Blogger hermes escribió...

Tus naranjas me recuerdan aquellos melones que colgaba de una viga mi abuelo para el invierno, para cuando ya no habia fruta, entonces nos sabian a gloria y , si cerrabas los ojos, podias recordar como relamias una tajada debajo de aquel enorme roble del prado, entre risas y bromas, aquel verano primero, en el que el corazón se me abrió como una granada.
Gracias , poeta.

9/04/2006 07:41:00 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

¿Septiembre? La vuelta, el regreso, la esperanza de que aquello que dejaste para comenzar el verano te acoja con generosidad.
La esperanza, siempre.

9/05/2006 06:52:00 p. m.  

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