Y ahora me voy
Y ahora me voy.
Hace una semana una culebrilla blanca y azul me trajo hasta ti. Era algo nuevo acercarme a un desconocido, estaba asustado. ¿Cómo serías? ¿Cómo sería tu cara, tu voz, cómo tu aspecto? Tenía claro que te estimaba y que seguiría haciéndolo una vez resuelto el misterio, una vez deshecha la magia.
Pero no conocía tu voz, ni tu imagen. Tenía rastros cibernéticos de tu carácter, pero es la relación cara a cara la más determinante.
Ha sido alucinante, literalmente. Creo que hemos vivido asombrados estos días, al igual que vivimos los anteriores con verdadera estupefacción. Yo mismo, extrañado por haber conocido a alguien parecido a mi. Parecido en el carácter, en la sensibilidad, en las inquietudes y aficiones, parecido en el conocimiento y en las ganas de aprender.
Jugamos a vivir vidas paralelas, hasta que hicimos cruzar nuestros caminos. Soñamos con construir unas vidas más interesantes, hasta que levantamos un templo sobre sólidas columnas. Estuvimos intentado crear bellos textos, hasta que juntamos nuestras palabras, hasta que las leímos en las largas y anchas paredes de un matadero abandonado y rehabilitado. Compartimos imágenes de alegres colores, hasta que nos enseñamos nuestros propios cuadros, hasta que intercambiamos nuestros carboncillos y acuarelas.
Y ahora, me pongo en la situación de hace una semana y sigo pensando que nos conocíamos de antes, y me sorprendo por haber llegado asustado a ti. ¡Qué magia ni qué misterio! ¡Pues cómo ibas a ser, ladrón de almas que has hecho más y más interesante mi vida!
Esos ojillos verde-grises de ademán curioso, ese metro ochenta sobre piernas de atleta, paseando una brizna de timidez por las aceras de Madrid. Tu templanza y tu hablar pausado y tranquilo, tu respeto y amor infinitos al galeno del norte,... y todo lo que me has enseñado, y la acogida que me diste...
y ahora me voy (¿o vengo?) en otra culebrilla nocturna, sin poder dormir, escribiendo para ti, amigo mío, porque me lo pediste: ya sabes que desde que nos conocemos estoy a tus órdenes.
Y me da miedo pensar que de aquí en adelante te echaré en falta, pero a la vez sé que te tengo aquí mismo, rellenando las paredes de esta taberna con palabras, porque seguimos siendo dos desconocidos, soñándonos en la lejanía, escribiéndonos, leyéndonos.
Me gusta el tiempo que hace, templado y seco, porque así se secan antes mis lágrimas.
8 Comentarios:
Madrid ya estaba lleno de agujeros pero ahora hay uno mas grande en nuestros corazones desde que te fuiste a tus playas.
Y ahora te vas, coges tu caballo y te vas, dices hasta mañana y te vas, y yo se que ya no hay más mañanas, que desde ahora el tiempo se ha metido en uno de esos bucles o estrangulamientos topológicamente posibles y que no parará de dar vueltas sobre este momento, y ahora coges tu caballo y te vas, y yo aun siento tu calor en mi espalda, tu canción de cuna aun suena en mis oídos, y se que has repetido conmigo el único momento de amor que has conocido en tu vida: el abrazo de tu madre acunándote por las noches, pero tu madre ya no está: ahora yo soy tu niño y me cantas tú a mí, y ahora coges tu caballo y subes a la montaña y te vas, y yo te sigo con la mirada desde aquí, delante de la hoguera, intentando prolongar hasta siempre este momento, porque se que si respiro, si pestañeo, si bajo la mirada, te habrás ido para siempre, y ya casi no te veo porque cabalgas como el rayo, vaquero, y como el rayo te vas, y recuerdo a aquel mendigo borracho que muerto de hambre cantaba “... la sangre de Cristo jamás me falló hasta ahora...”, y me siento también como un mendigo borracho y muerto de hambre (borracho de ti y con hambre de ti, saciado y sediento de lo mismo) pero es a tu abrazo al que me agarro, será tu firme abrazo de hombre el que no me fallará, el que me confortará cuando ya no tenga nada, cuando te eche tanto de menos que no lo soporte, cuando solo me quede un último respiro me agarraré a tu cálido abrazo, y recordaré las caricias de tus manos en los botones de mi camisa, el suave roce de tus labios en mi cuello, el fuerte apretón de tu cabeza contra la mía, la caricia de tus rizos rubios, y ahora ya no veo tu caballo y ya te has ido, y respiro y pestañeo y miro al suelo y todo acaba.
Hoy vuelvo a esperar tu carta en el buzón.
No tengo palabras.
Sólo se me ocurre: "gracias por compartirlo" y gracias por vivirlo.
La humanidad es más humana con personas como vosotros.
Encuentros como el vuestro cambian el mundo.
Que el Dios del Silencio os bendiga y conserve vuestra amistad por siempre.
Un abrazo entrañable y agradecido. Lobo.
Quien queda en el corazón de las personas nunca se va... Me apunto al agradecimiento por compartir lo vivido por dos almas que tras buscarse se encontraron al fin...
Qué decir cuando lo que leo me llega más de lo que puedo explicar... porque ustedes están viviendo algo que de alguna forma apenas puedo alcanzar y no porque no sienta, sino porque ustedes están un paso más adelante: se han podido mirar, han conocido vuestras risas, han transitado la misma vereda... en Madrid, en lo real... para mi (para nosotros) aún es un sueño que tenemos por cumplir "un día" que espero (esperamos) llegue pronto... ¿no es así Amigo del Alma?
Cuando "un día" llegue, lo prometo, serán ustedes los primeros en saberlo, porque se los contaré (contaremos) en agradecimiento por haber compartido conmigo (con nosotros) y haber renovado mi (nuestra) esperanza de que llegue "un día". Pronto, Dios, pronto!!!
Madrid-México
Inaugurado queda el puente.
Ahora que hemos conocido, tus gestos, tu sonrisa, tu mirada, ahora que conocemos el sonido de tu voz.... cómo pretendes que nos vayamos a conformar con tus cartas en un buzón?
Ahora mas que nunca esperamos tu regreso, seguiremos mirando los trenes que lleguen del norte.
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