El mar a mil metros
A mil metros sobre el nivel del mar
y entres miles de árboles
–pinos, hayas, robles–
una extensión de agua parece un pequeño océano.
Arena, piedras, prados y bosques,
toros y caballos,
y un hombre que camina en busca de algo,
junto a las minúsculas olas llevadas por el viento.
Escudriña, persigue pistas
y mira la solitaria extensión
donde terminan todos los caminos,
mientras los sedantes rayos de sol
acarician su cuerpo desnudo,
y así pasa las horas
con la vista en la montaña lejana.
De pronto, sin advertir el paso del tiempo
y sin encontrar nada de lo que busca,
descubre las huellas de su ser en el agua,
en la arboleda,
en las rocas que sostienen su cuerpo,
en las blancas nubes que cruzan el cielo.
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5 Comentarios:
Todos los días sueño con llevar ese tipo de vida, en mi querido Calblanque, recogiendo en la playa conchas y maderas moldeadas por el agua. Sólo yo y el Mar (y Manolo, claro).
es que el mar puede estar en cualquier parte
por cierto, llevo desde las 7 de la mañana esperando a que abrierais la taberna....
Un océano interior, un mar que hace huella desde el sentimiento...
El mar que llevamos dentro...
Precioso JoséMarí. Siempre.
Un tiempo largo buscando... buscando. Somos parte de la naturaleza que nos rodea; del agua, de los árboles,de la arena, del viento... ojalá tuvieramos más tiempo para sentarnos y volver a encontrar nuestra esencia.
Eso me gustaría a mí, descubrir un día mi cuerpo fundido en un abrazo infinito con el mar...
Muy hermoso!!!
Besitos
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