Gente de Samarkanda
En la Plaza del Registán, asombrosa desde cualquier punto de vista, cientos de chavales ejecutan una coreografía preparando un festival folklórico, que me recuerda a los absurdos ejercicios que hacíamos en mi infancia para recibir a algún mediocre cargo del régimen franquista. Supongo que se trata de la herencia soviética de nuevo, y esos ejercicios de autobombo, control y socialización del absurdo que tanto abundan en los regímenes totalitarios. Timur me dice: “Pobre gente. Les obligan a venir aquí todos los días, con este calor, y no les pagan ni un duro. Haciendo el ridículo, con esta música espantosa. Son estudiantes de la Universidad”. Nodira matiza: “Son estudiantes elegidos, los mejores, a los que se les va a conceder una beca. Para optar a la beca tienen que cumplir unos requisitos, y uno de ellos es participar en el baile”. En cualquier caso, no parecen estar pasándolo mal. Incluso diría que se divierten.
Luego me encuentro a Sobit, que me pregunta la hora desde un banco a la sombra del magnífico bulevar de la Universidad. Los jóvenes de Samarcanda se refrescan con las gotitas de agua que la brisa de la tarde arranca a los chorros de las majestuosas fuentes. Presiento que sólo quiere charlar conmigo. Brutalmente bello, joven, moreno de ojos negros, y grandísimo, me cuenta que es el más pequeño de seis hermanos y que todos se han casado ya. Pero él no quiere. Su madre le presenta chicas constantemente pero Sobit prefiere estudiar (mira el reloj nervioso porque no quiere llegar tarde a sus clases de coreano) y marcharse al extranjero. A Estados Unidos. Me enseña una mancha de nacimiento en su pierna que es el mapa de EEUU pero sin Florida. Se sorprende gratamente cuando le enseño otra mancha en mi pierna que podría ser Florida perfectamente. De repente me mira como si yo fuese a formar parte de su destino, como si el destino le hubiese alcanzado ya. Me cuenta que tiene problemas para conseguir el visado a EEUU y pretende usar Corea para dar el salto a América. Le pregunto que a qué Corea quiere ir y se sorprende de que haya dos. “La de Seúl”, me dice. “Ah, bueno”, respondo aliviado. Quizá mi mancha se parezca más a la península coreana que a la de Florida. Así se lo hago saber y de nuevo me mira como si en cualquier momento yo fuera a desaparecer.
Me pregunta si tengo hijos y le digo que no. Abre desmesuradamente los ojos. “¿Por qué?”, como si no me creyera. Le digo que no me gustan los niños, lo que no es del todo cierto. Se ríe a carcajadas, jamás pensó que eso pudiera pasar. Le digo que estudie, que trabaje fuera, que vea mundo, que vuelva a Samarcanda y se case con quien quiera, que no tendrá ningún problema (ni en Corea, ni en América, ni en España, con esos ojos negros y esas manos grandísimas no tendrá problema en ningún sitio). Intercambiamos los correos electrónicos.
Mira con disgusto la hora en su reloj y se despide con la mano en el corazón, con ese precioso gesto que he aprendido a apreciar. Mi corazón, un trocito, también se queda con Sobit, vaya donde vaya.
Mira con disgusto la hora en su reloj y se despide con la mano en el corazón, con ese precioso gesto que he aprendido a apreciar. Mi corazón, un trocito, también se queda con Sobit, vaya donde vaya.
11 Comentarios:
Jajajaja, que hdp (con afecto), haces amigos en todos lados, te lo pasas bomba, que envidia me das tavernero! jajaja :D
Seguro que en Seúl no puedes ver semejantes bellezas arquitectónicas, pero ya te veo el año que viene allí, buscando al uzbeko perdido.
informaré oportunamente sobre el futuro de Sobit, no os voy a dejar con la duda
¡Qué placer salir contigo a ver el mundo, Jack! Gracias por tus textos y por tus fotos.
By the way, donde dice "península californiana" creo que debería decir "floridana", ¿no?
CIERTO CIERTO
Lo cambio ahora mismo
¿en qué estaría yo pensando?
GRACIAS ¡¡¡¡
A ver dónde acaba Sobit con el despiste geográfico que tiene el pobre.
Como narras amigo mío, como narras. Ese encuentro con Sobit... él una mancha en su pierna que se parece a EEUU sin Florida; tú una en la tuya que se parece a Florida. Como fuere sus destinos parecen encajar en esas manchas; que bueno que intercambiaran correos. Quizá esos enormes ojos negros te vuelvan a inundar las tardes como aquella en Samarkanda.
bueno, si viene a Madrid habrá que organizar una frikiquedada para ver su mancha
yo la mía os la enseño cuando querais (la mancha)
Que la exhibición de tu mapa no sea este sabado plis, que me lo pierdo.
Digo como Cyllan, que facilidad para relacionarte donde quiera que vas.
pues no sé si será o no será pero a ti te la enseño cuando quieras en un pase privado
besos guapetona
Qué cosas mas bonitas escribes, José Luis. Un beso,
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