Tristán e Isolda
Cinco horas y media de cualquier cosa es, a todas luces, excesivo. Tristán e Isolda es una de esas óperas a las que no conviene llevar a nadie que no esté preparado mentalmente si no quiere uno ganarse un enemigo para toda la vida.
La historia es simple: en un barco, Tristán lleva a Isolda para que se case con otro. Se enamoran. El otro se entera, hiere a Tristán que finalmente muere en los brazos de Isolda, que también muere.
Ahora viene el reparto de tiempos à la Wagner: durante una hora Isolda intenta que Tristán vaya a hablar con ella. Otra media hora en la que ambos se aterran por la llegada a puerto. Una hora y media en la que Tristán e Isolda cantan sin parar lo muchísimo que se quieren hasta el espadazo a Tristán. Cuarenta y cinco minutos de agonía de Tristán que, como esos toros que se recorren treinta y seis veces la plaza soltando chorros de sangre, no dobla el espinazo ni de broma. Otros cuarenta y cinco minutos en los que el resto de personajes va muriendo de uno en uno hasta que, finalmente, Isolda entona su desesperado canto de amor y muerte. Cae el telón. Si alguien hubiera cantado una sola estrofa más estoy seguro que alguien del público se habría levantado y disparado a matar.
Cinco horas y media de cualquier cosa es excesivo. ¿O no? Para mí Wagner es una borrachera. Bebes una copa, que te deja insatisfecho. Otra más y empiezas a entonarte. Entonces viene la pregunta clave ¿paro aquí o sigo? Con Wagner siempre decido seguir. Y empiezan las copas, una detrás de otra, todo da vueltas, el deleite que no para, las voces como cascadas que se desparraman entre los riscos, los inacabables delirios orquestales, los arrebatos de pasión casi insufribles, el corazón que palpita cada vez más fuerte, la tensión, los sudores, y otra copa, y una más, y ahora un corno inglés exquisito, con una melodía bellísima que te envuelve en una melancolía venenosa, suavemente acariciadora, agónicamente nostálgica (ay, esos silencios en el Teatro Real, qué escalofrío), y luego unas notas que recuerdan la única noche de amor, el alba que se acerca, las velas hinchadas del barco, lo que pudo haber sido, el amor que se va por la herida abierta, la sangre a chorros, ese epitafio: aquí yace él, donde yazgo yo, con él se va todo, con él muero, para finalmente comprender que la muerte no es posible porque el amor no se acaba, porque aún tenemos que sufrir el tormento eterno de seguir amando a alguien más allá de la vida.
Menuda resaca hoy.
¡Oh noche eterna,
dulce noche!
¡Augusta y sublime
noche del amor!
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La historia es simple: en un barco, Tristán lleva a Isolda para que se case con otro. Se enamoran. El otro se entera, hiere a Tristán que finalmente muere en los brazos de Isolda, que también muere.
Ahora viene el reparto de tiempos à la Wagner: durante una hora Isolda intenta que Tristán vaya a hablar con ella. Otra media hora en la que ambos se aterran por la llegada a puerto. Una hora y media en la que Tristán e Isolda cantan sin parar lo muchísimo que se quieren hasta el espadazo a Tristán. Cuarenta y cinco minutos de agonía de Tristán que, como esos toros que se recorren treinta y seis veces la plaza soltando chorros de sangre, no dobla el espinazo ni de broma. Otros cuarenta y cinco minutos en los que el resto de personajes va muriendo de uno en uno hasta que, finalmente, Isolda entona su desesperado canto de amor y muerte. Cae el telón. Si alguien hubiera cantado una sola estrofa más estoy seguro que alguien del público se habría levantado y disparado a matar.
Cinco horas y media de cualquier cosa es excesivo. ¿O no? Para mí Wagner es una borrachera. Bebes una copa, que te deja insatisfecho. Otra más y empiezas a entonarte. Entonces viene la pregunta clave ¿paro aquí o sigo? Con Wagner siempre decido seguir. Y empiezan las copas, una detrás de otra, todo da vueltas, el deleite que no para, las voces como cascadas que se desparraman entre los riscos, los inacabables delirios orquestales, los arrebatos de pasión casi insufribles, el corazón que palpita cada vez más fuerte, la tensión, los sudores, y otra copa, y una más, y ahora un corno inglés exquisito, con una melodía bellísima que te envuelve en una melancolía venenosa, suavemente acariciadora, agónicamente nostálgica (ay, esos silencios en el Teatro Real, qué escalofrío), y luego unas notas que recuerdan la única noche de amor, el alba que se acerca, las velas hinchadas del barco, lo que pudo haber sido, el amor que se va por la herida abierta, la sangre a chorros, ese epitafio: aquí yace él, donde yazgo yo, con él se va todo, con él muero, para finalmente comprender que la muerte no es posible porque el amor no se acaba, porque aún tenemos que sufrir el tormento eterno de seguir amando a alguien más allá de la vida.
Menuda resaca hoy.
¡Oh noche eterna,
dulce noche!
¡Augusta y sublime
noche del amor!
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9 Comentarios:
Hoy me quedo en los dos últimos renglones
maricarmen
ciertamente, aunque lo escribí el viernes pasado, suenan especialmente proféticos.
cosas que pasan
gracias
Bello texto, José Luis. Un beso muy fuerte.
Me resulta difícil imaginar qué suponen cinco horas y media de ópera. Nunca he tenido la oportunidad de disfrutarlo (o sufrirlo, quién sabe). Si algún día tengo la ocasión, espero que no te ganes un enemigo, jeje.
Yo como Mari Carmen, me quedo con las palabras finales...
(Mountain)
No soporto a Wagner.
definitivamente 5 horas y tnaot es un exceso yo prefiero mil veces el ballet a la opera.
a pesar de que algunas de las escenas de Tristán e Isolda son de mis favoritas de toda la música, la verdad que desistí de verla entera... creo que es demasiado... en otra ocasión...
quiero cannoli, quiero cannoli, quiero cannoli....
y besos
CON MIS ARMAS MATUTINAS FAVORITAS: CAFÉ,UN TROZO DE CHOCOLATE Y UN CIGARRILLO, INICIE MI PASEO POR TU BLOG...DESPACIO COMO ACONSEJASTE
ALGUNA POESÍA...HERMOSAS
EL COMENTARIO DE WAGNER: EXCELENTE! INDUJO A UN PERDÓN Y A VOLVER A INTENTAR
SIGUIENDO EL HILO DE PENSAMIENTOS DE LA CENA, PASE A DAVID NEBRADA. LO SIENTO, EL CHOCOLATE AMARGÒ MI BOCA
NO PUEDO CRITICAR..NO SOY QUIEN PARA JUZGAR,DEBO TENER UNA CONCEPCIÓN MUY NAIF, SOBRE ARTE.
CON ESTE NO PUEDO
EL TIRAMISU, BUENO, PERO EL MIO MEJOR
IGUAL LO COMPROBARAS CUANDO PAGUES TU DEUDA
BESOS GIZZ
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