La poesía contra la desidia
Qué fácil todo, amigo, estando solos,
aunque se despegue el papel de las paredes
y un hálito envenenado recorra los rincones
a la luz amarilla de la tarde.
Qué fácil y qué abierta la ventana
por la que se cuelan los fríos ya de otoño,
pero solos, los dos, nos calentamos.
Humo afilado y rancias reverencias.
Melancolía insomne del que vaga sin rumbo.
Salvaje escalofrío, mano erecta, en la cumbre.
Perpetuos moratones de adoración nocturna.
Del hilo pendiendo horas de júbilo.
Y el paladar restalla con chispas de naranja
febril, acomodado, el sigilo sonoro
que no despierta más, al menos hoy.
¡Vanas las tardes abrazados!
La poesía contra la desidia, contra el futuro.
Quizá nos hemos salvado, de milagro.
Ya veremos mañana.
Quisimos que llegara lo más pronto posible,
que sin sentido holgáramos salvajes,
que se fundiera Marte o Pernambuco,
que se colaran
luego por entre las líneas negras del parchís.
¿Qué queda por hacer si no fundirlo todo?
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1 Comentarios:
Poesía como horno de fundición, contra todas las calamidades.
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