La taberna del mar: Recorro las calles por las que ayer paseamos juntos

21 abril 2008

Recorro las calles por las que ayer paseamos juntos


Recorro las calles por las que ayer paseamos juntos (1995)

recorro las calles por las que ayer paseamos juntos y vuelvo a mirar las mismas cosas, vuelvo a entrar en la misma iglesia y a tocarle los pies al cristo (hoy está frío), vuelvo a comprarme una palmera de chocolate que tiro a la papelera al segundo bocado porque me falta la respiración, vuelvo a pararme ante el escaparate que llamó tu atención lleno de maniquíes desvestidos y calvos, pero hoy, sus miradas vacías me estremecen, recorro el parque en el que nos detuvimos a descansar sentados en un banco porque el calor era tremendo, pero hoy, los nubarrones y una brisa demasiado fresca me quitan las ganas de sentarme, vuelvo al mismo bar y me tomo un café solo (que no me gusta nada) pero que tú dijiste que era el mejor de Madrid y, antes de pagar, bajo al servicio y lo vomito entero, vuelvo a la calle y empiezo a subir la cuesta, y las otras personas ni me miran, mientras que ayer nos dirigían sonrisas de reconocimiento, hoy soy transparente y sólo me falta arrastrar unas cadenas gruesas para que los chavales salgan corriendo cuando me ven aparecer, bebo agua de la fuente en la que los gorriones se mojaban ayer, pero hoy el agua sabe a hierro oxidado y no hay gorriones y los edificios me miran amenazadores, como si desde cada ventana hubiese alguien que me observa vagar, que me mirará hacerlo todas las tardes a partir de hoy.

Pero, lentamente, despacio, los pies del cristo se irán calentando, aguantaré cuatro bocados de palmera, los maniquíes dejarán de mirarme y lucirán pelucas y trajes de primavera, me sentaré en el banco aunque no haga calor, y el café empezará a gustarme (han sido tantos ya) y el camarero dejará de mirarme con odio porque sabe que ya no lo vomito, los transeúntes empiezan a mirarme también, casi con alegría y me preguntan la hora y los chavales siguen jugando al fútbol a pesar del ruido de mis cadenas y un delicioso día, cuando llego a la fuente, un gorrión chiquitajo se acerca y se baña en el charco.
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3 Comentarios:

Anonymous Anónimo escribió...

...la verdad es que escribiste muy bien las agonías del 95

4/21/2008 10:42:00 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Ese peregrinar tuvo que ser después de la despedida en la estación de autobuses verdad?

4/21/2008 10:56:00 a. m.  
Blogger José L. Serrano escribió...

digamos que es la segunda parte, efectivamente

4/21/2008 11:09:00 a. m.  

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