El eco de nuestras voces
Un gato olisquea
el cabezal de la cama
que tiramos a la basura,
en el microondas
dejan de recalentarse
magras con tomate
mientras los ronquidos
de un vagabundo
evocan
juegos de palabras
que te escribo
en un mensaje electrónico
manchado con gotas
de vino tinto,
la hiedra absorbe inerme
la lluvia
de una noche
no demasiado desapacible
en la que disfrutamos
de una macedonia
de kiwis, fresas y mango.
¿Dónde queda el eco
de nuestras voces
cantando
que no hemos llegado a ser
aquello que soñábamos?
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3 Comentarios:
chapeau
Debajo de las fresas.
Quizá no escuchamos del todo bien, o simplemente ya se esfumó toda esperanza de ser aquello que soñamos.
Besitos
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