Hacia el mar siempre
Junto al río, el canal trae a través de las huertas el agua algo turbia y saltarina. Esporádicamente una esclusa hace variar la dirección de la corriente alejándola del arroyo hacia el este para que riegue las tierras que quedan bajo las lomas. Allí alguna otra compuerta desviará las aguas sobrantes para devolver al río el caudal no absorbido por la tierra. Tal vez, algunos kilómetros más abajo, queden retenidas de nuevo estas gotas y lleguen a saciar otras hileras de árboles frutales, otros surcos repletos de verduras. O, tal vez, sigan hacia el mar, siempre hacia el mar, ligeras en los rápidos, perezosas en los vados.
Así discurre mi vida, a veces a diestra, a veces a siniestra, dando tumbos o pausadamente, siguiendo el cauce del río o anegando terrones en los campos, dejándome llevar ocioso, sin premura, sin urgencia, a brincos cuando empuja la corriente, indolente en los remansos, hacia el mar, siempre hacia el mar, palpitando en cada uno de los efímeros recodos de la ribera.
3 Comentarios:
dios, lo he leído tarde, pero a tiempo
Siempre havia el mar. No es mal camino.
Hacia el mar, hacia el reposo eterno, hacia donde realmente hay paz.
Un besote
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