De día
Se hizo de día. Viste
olvidando tan solo algunas
de las horas pasadas
que la penumbra no bastaba para
esconder la belleza de sus
pestañas
de libélula. Sentiste
que si a pesar de todo aquella
fuera la última,
un pálido rescoldo azul y
huidizo te acompañaría siempre.
Oíste
el roce de su piel entre las
sábanas,
sus pelos dulces enredarse.
Cerraste
tras de ti la puerta y marchaste,
dejándote la vida en cada abrazo,
en cada pérdida, en cada
amanecida.
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Pero de aquí en adelante seguirá amaneciendo.
Caminante... ¿habrá más puertas?, ¿habrá más vidas...?
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