Un hombre que pasea
Estaba aún celebrando un brindis en la taberna, y he tomado carrerilla para adentrarme en la espesura. De pronto, he sentido la necesidad de dar un paso atrás y mirar alrededor. Antes de empezar a describir lo que encuentro a mi paso, antes de dejar constancia de mis sentimientos, me detengo un momento. Contemplo cosas agradables, pero no todo es perfecto. Contemplo a los paseantes en una tarde de domingo y veo la angustia reflejada en la cara de algunos, mientras otros disfrutan apacibles del paseo vespertino. Siento que me echan en falta los amigos que dejo atrás, mientras capto la impaciencia de los que me esperan más adelante.
El paisaje ha cambiado, los arenales dejan paso a campos de flores y frutas. En los arrabales del poblado las acequias arrastran restos de ramas caídas. Y me quedo a observar el paso de los turistas, que se detienen un instante para fotografiar al campesino.
Entonces, noto que mi cuerpo, levemente, comienza a ascender como si fuese un globo. Poco a poco, mejora la perspectiva de mi campo de visión. Empiezo a entender el significado de este recorrido, delante veo la espesura del bosque que me adentrará en las montañas, y también veo el presente bajo mí, los paisajes y sus gentes. Y aún cerca, la línea de la costa, y las olas blancas rompiendo en la playa pausadamente, y las casitas recibiendo las últimas llamaradas del sol.
Hay gente brindando en una taberna, y allí estoy todavía, y no me quiero marchar: ha sido una ceremonia tan deseada, tan presentida, tan solemne y tan sencilla. Pero el brindis termina y me veo a mi mismo aquí abajo, sólo, en medio del camino, quieto y pensativo, esperando el momento de seguir. Mirando a lo lejos, observo un cuerpo parecido al mío, pequeño en la distancia, vagando en el bosque. Ahora se detiene, mira hacia el cielo del atardecer mientras ve pasar un globo de colores desde el que alguien le saluda.Tras alzar los brazos para abrazar al mundo, profundamente agradecido, comienza a tomar notas.
Escribe en su cuaderno estas mismas palabras.
4 Comentarios:
La espesura del bosque y el ancho mar, hoy y mañana, día y noche, un idioma y otro idioma, tú y yo.... Todos somos uno y todo está en nosotros.
Esta mañana, al salir de casa, ví un globo de colorines en el cielo. De repente, las antenas empezaron a echar hojas verdes, las farolas sostenían pájaros aleteando, las fachadas se cambiaron por troncos de árboles, el ruido de los motores de los coches cambió a un sonido sordo de ida y vuelta, las aceras tomaron un color dorado y se volvieron blandas en las pisadas...
Volví a mirar el cielo y el globo ya no estaba, pero la brisa del mar aún la llevo conmigo.
Gracias por traérmela a tierra adentro, amigo.
Sigue tomando notas porque las palabras que escribes en tu libretita llegan lejos, muy lejos. Será el viento del norte, que cuando sopla fuerte arrastra cosas bellas.
Id abriendo caminos, sendas y pistas, para que los amantes del senderimos podamos caminar por ellas y disfrutar contemplando las montañas, el mar, las playas de arenas blancas y todo lo que vayais dejando ante nuestros ojos.
Al final de la jornada vendremos a reposar en esta taberna donde el arrullo de mar nos hara soñar con lo contemplado durante el día.
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