Algunas cosas sobre Malta (IV)
Sliema es una zona residencial próxima a La Valeta (algo parecido a Calpe, según mi amigo Diego). La zona de Sliema conocida como la Ghar Id-Dud Bay, entre los hoteles Preluna y el Sea Club del Plevna, es una tranquilísima bahía rocosa en la que el sol se oculta demasiado pronto tras los rascacielos cercanos al paseo marítimo que conduce a St. Julian’s (el Benidorm de Malta): a esas horas el mar adquiere un tono azul cobalto atemorizador e inolvidable. Los malteses - casi no hay turistas allí-, acuden a las playas cargados de generadores eléctricos, sacos de carbón, sillas, mesas, barbacoas y todo se impregna de un extraño olor a sal, gasóleo y brochetas. Familias enteras, desde la abuela a los nietos, organizan su particular botellón a la maltesa y el paseo a oscuras por las rocas, sorteando cables, pinchitos y señores barrigones espanzurrados al borde del mar es indescriptible.
Al mar se accede desde unas escaleras herrumbrosas de muchísimos peldaños, aunque si uno sabe aprovechar la ida y venida de las olas, como mucho tendrá que bajar tres para sumergirse en lo que para mí es sin duda lo mejor de Malta: el mar. Siempre el mar.
El mar de Malta es de un color azul cobalto casi siempre, muy oscuro, sorprendentemente oscuro, salvo en determinadas zonas cercanas a la orilla en las que se vuelve de un azul caribeño. Está caliente y limpio, salado, como era de esperar, y cuando uno se sumerge (con tubito y gafas, que a mí lo de la botella no me va), se encuentra con montones de peces que un lego en la materia como yo se considera incapaz de nombrar.
Eso sí: ahora, por las noches, cuando no puedo dormir, pienso en la sombra que un remolino de peces plateados interpone entre el sol y mis gafas de bucear amarillas fluorescentes. Y me calmo.
El mar de Malta es de un color azul cobalto casi siempre, muy oscuro, sorprendentemente oscuro, salvo en determinadas zonas cercanas a la orilla en las que se vuelve de un azul caribeño. Está caliente y limpio, salado, como era de esperar, y cuando uno se sumerge (con tubito y gafas, que a mí lo de la botella no me va), se encuentra con montones de peces que un lego en la materia como yo se considera incapaz de nombrar.
Eso sí: ahora, por las noches, cuando no puedo dormir, pienso en la sombra que un remolino de peces plateados interpone entre el sol y mis gafas de bucear amarillas fluorescentes. Y me calmo.
7 Comentarios:
Pues creo que estamos mejor que los malteses, aquí, con nuestra Taberna del Mar... (aunque falten las brochetas a la brasa)
Menos mal que el mar se semejante joya, porque la playa debe ser de salir corriendo.
Pues ese mar se roba mi espíritu.
Besitos amistosos con los afectos de siempre!
El mar, siempre el mar, pero........ hubiese pagado por verte con tus gafas de bucear.
Joer que envidia Serrano. Cada vez que voy a una playa rocosa, o a una cala cojo las gafas y el tubito, joer que paz.. El mar..
Yo creo que soy marino. No saldría del mar nunca, ya sea azul cobalto, marino, celeste, de Klein... Ya sea en Malta o en Mozambique.
Yo no podría vivir sin el mar cerca, me apagaría lentamente, me faltaría el aire.
Vaya fotos!!!
Besitos
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