Atenas
Atenas (1997)
Atenas,
como el esqueleto calcinado
de un insecto infinito
levanta hacia el cielo millones
de patas parabólicas.
Sólo el Templo respira,
henchido en una inspiración de dura siglos.
Desparramada como un cáncer por las suaves colinas
de verde y de granito.
Y al fondo el mar
(sólo un atisbo,
pero brilla en agosto
y resplandece)
y un olivo, regalo de la diosa,
mece su túnica verde y gris tornasolada
entre las camionetas y las motos.
Pesadilla romana de una ensoñación griega,
Atenas
resucita cada noche
cuando la colina sagrada resplandece en lo alto,
cuando el vino y el ouzo
nos embriagan,
cuando una fuerza ancestral
nos desintegra en orgías de arrebato
y ascendemos,
cuando un muchacho de blanco
con flores en el pelo
se entrega a una danza sacrílega,
y vibra y enrojece
y, en sus ojos,
pero dentro, muy dentro,
Dionisos desgrana un racimo de uvas
en sus labios dorados.
(Foto de Jose M. Zendoia)
7 Comentarios:
Atenas, mito y realidad.
¿Quién levantó cada una de las piedras de sus templos?
GEL
Preparo la toalla. Me descalzo. Esa esponja
porosa y amarilla que compré en un mercado
obsceno de turistas en le isla da Hydra
qué dócil bajo el agua cotidiana
tantos meses después, en el exilio.
De pronto el gel recuerda - su claridad lechosa,
su consistencia exacta - el esperma del mito,
el cuerpo primitivo y trastornado de Urano,
un susuro de olas mar adentro
y una diosa que aparta
los restos de otra espuma de los hombros.
Me punza una emoción tan anacrónica,
un penoso latir, hondo y absurdo,
por ese mar. Por ese sólo mar. Busco una dosis
de mares sucedáneos.
Cómo podría desintoxicarme.
Dependo de por vida
de una droga. De Grecia.
Aurora Luque
Una vez me dijeron que el Partenon se construyó según las notas de una melodía. Cada nota alta suponía un arco y cada nota baja una ondulación cóncava. Nunca lo entendí. Quizá tú lo descrubriste y lo podías contar. Y si no viste notas seguro que tus ojos lo retrataron y tus dedos lo describen magnificamente, como siempre. Dale Zendo...
Un beso.
El Partenón se parece a una sinfonía de mi compositor preferido. Bello, grandioso, cerebral y apasionado al mismo tiempo. Lo retraté, pero siempre quedará en mi memoria la imagen del templo in situ, porque una foto no es más que un vago recuerdo de lo que vi.
Sin embargo, Ana, yo no había escrito nada sobre el Partenón, el poema publicado hoy lo escribió José Luis hace diez años, cuando quiso ser Dionisos y se quedó con las ganas.
Eso es lo que tu no sabes, si se quedó o no se quedó con las ganas....
(yo tampoco lo sé, porque me bebí un par de litros de Batidos Leteo)
¡Si te bebiste un par de litros debiste ser un Dionisos de muerte!
Poesía, fotografía(también poesía y tratado del ser y del lugar), arquitectura y ahora música.Esto es ya el no va más...
¿Qué voy a hacer?
Me quiero ir de nuevo a Grecia ya, a ver si la torpe de mí consigue ver lo que desde aquí ya veo.
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