Una hermosa noche de agosto
Siempre que voy el cementerio me acuerdo de ti. Pusieron tu tumba en un sitio difícil de esquivar: la primera tumba de la derecha, la primera que ves al entrar, la última que ves al salir. Te conocí poco y tarde, pero recuerdo esa noche de agosto en que mi hermana nos presentó y parecía que ninguno de los dos teníamos prisa por volver a casa. Tú con dieciocho años, yo tan sólo uno más, pero ya estaba en Madrid, en la Universidad, y te hablaba de aquellos sitios de la post-movida que hacían iluminar tus ojos violetas: “El Penta”, “La Vía Láctea”, el “Elígeme”, el “San Mateo”. Hasta hicimos planes para que vinieras a visitarnos un fin de semana, o incluso a estudiar a Madrid y compartir nuestro piso en Quevedo (un séptimo interior con una sola ventana).
Unos días después estabas muerto: un absurdo accidente (pero ¿alguno no lo es?) en el que el coche resultó ileso y tú fuiste declarado siniestro total. Y recuerdo tus rizos negros aquella noche eterna, tu sonrisa desarmante, tus golosos labios hinchados, la sensatez esperanzada de tus palabras, tus enormes manos blancas, la iluminada juventud que aquella única noche de agosto se había encarnado en ti. Aun ahora, veinte años después, cuando alguien habla de la juventud es el brillo de tus ojos ilusionados el que entreveo. Nadie ha sido nunca más guapo y más joven que tú aquella noche, nadie lo será jamás.
Unos días después mi hermana descubrió, tan joven, lo dura que puede llegar a ser la vida. Aun recuerdo sus gritos a la vuelta de tu entierro, al descubrir que en su habitación, encima de su cama, estaba el jersey que le dejaste la noche anterior porque en agosto a veces las noches son muy frías y tú eras precavido (y mi hermana una vivalavirgen).
Nunca he dejado flores en tu tumba, pero mi hermana guarda una foto tuya al lado de su cama y muchas veces la miro y te recuerdo tal y como fuiste aquella hermosísima noche de agosto, y me pesa el privilegio de haber sido el destinatario de una de tus escasas noches de juventud, de tus exiguas noches, de tus insuficientes noches. Por eso te dejo una flor hoy aquí, veinte años después.
Unos días después estabas muerto: un absurdo accidente (pero ¿alguno no lo es?) en el que el coche resultó ileso y tú fuiste declarado siniestro total. Y recuerdo tus rizos negros aquella noche eterna, tu sonrisa desarmante, tus golosos labios hinchados, la sensatez esperanzada de tus palabras, tus enormes manos blancas, la iluminada juventud que aquella única noche de agosto se había encarnado en ti. Aun ahora, veinte años después, cuando alguien habla de la juventud es el brillo de tus ojos ilusionados el que entreveo. Nadie ha sido nunca más guapo y más joven que tú aquella noche, nadie lo será jamás.
Unos días después mi hermana descubrió, tan joven, lo dura que puede llegar a ser la vida. Aun recuerdo sus gritos a la vuelta de tu entierro, al descubrir que en su habitación, encima de su cama, estaba el jersey que le dejaste la noche anterior porque en agosto a veces las noches son muy frías y tú eras precavido (y mi hermana una vivalavirgen).
Nunca he dejado flores en tu tumba, pero mi hermana guarda una foto tuya al lado de su cama y muchas veces la miro y te recuerdo tal y como fuiste aquella hermosísima noche de agosto, y me pesa el privilegio de haber sido el destinatario de una de tus escasas noches de juventud, de tus exiguas noches, de tus insuficientes noches. Por eso te dejo una flor hoy aquí, veinte años después.
14 Comentarios:
A los dieciocho años muere un poco algo de nosotros, pero para algunos desaparece por completo la vida.
(Este bello epitafio me ha hecho recordarte a ti, que te pegaste un tiro cuando estabas a punto de acabar la mili)
In memoriam
Quien esté libre de culpa...
Tus palabras llenan mis recuerdos de sus ojos azul turquesa como el mar de Formentera, de sus grandes dientes y su escandalosa risa. Una moto nueva y una vida que se va.
Cada vez que paso por su antiguo portal no puedo evitar mirar dentro y no me queda más remedio que imaginarlo sentado en los escalones diciéndome algo bonito, como siempre hacía.
Dicen que el primer amor no se olvida nunca, que es el más hermoso recuerdo que alguien puede tener y en mi caso la belleza del recuerdo tiene un regusto amargo porque no le vi crecer, porque no me lo cruzo nunca por la calle, porque no se qué hubiera sido de nosotros si aquel árbol no se hubiese plantado nunca.
Yo tampoco fui nunca a dejarle flores. Supongo que las flores le rodean siempre en mi pensamiento. Por eso aprovecho tu flor amarilla que embellece más, si cabe, este,mi, nuestro hermoso recuerdo.
Un beso Jose.
...creo que precisamente por eso, por lo chunga que es la vida a veces, todos tenemos en la memoria alguien que se marchó prematuramente y cuya imagen y su risa quedaron eternamente jovenes en nuestra cabeza . Yo tampoco lleve nunca flores, pero su recuerdo todavía conserva intactos todos sus colores...
Teníamos los dos diecinueve años, pero yo cumplí veinte sola.
No pasa un dia sin que te recuerde, y sin que le ponga una lágrima y una flor imaginaria a tu sonrisa espléndida y a tus ojos color chocolate.
No sé donde te enterraron.
Gracias Serrano por poner un jarrón donde dejarles unas flores.
Las personas no se van cuando se mueren, se marchan cuando dejamos de recordarlas.
José Luis con tu hermoso relato ¿ quien no puede recordar a aquellos que nos dejaron en plena juventud?, ahora mismo me vienen a la memoria nombres nunca olvidados de vidas truncadas tan pronto, nombres, rostros , que recuerdo tantas veces y que me acompañan allá donde voy .
Por suerte no perdí nadie a esa y de esa edad. Pero...
"Cada muerte nos disminuye un poco, por eso no preguntes por quién doblan las campanas, lo hacen por ti"
Hemingway.
Con todo mi respeto.
Las cosas que nunca se olvidan y la flor más bella.
Me has echo llorar recordando...
A María José, con la que me llevaba fatal, y un accidente de moto le arrancó la vida a los 16.
A los 4 compañeros de clase de COU que sólo conocía de vista y dejaron la vida en la carretera con 18 años...
Al chavalito del grupo de teatro, que hacía de soldado, era un actor pésimo y con 19 años también murió...
Nunca les dejo flores. Ni siquiera sé donde están enterrados. Pero a veces les recuerdo.
Sí, con la muerte de un joven muere algo de nosotros, es cierto.
Abrazos para ti y recuerdo para ellos.
Vaya! Descubro curiosas coincidencias en este triste post, compartir piso en Quevedo siendo estudiantes, la post-movida, ciertos sitios!
Curioso, realmente curioso, amigo!
una flor silenciosa hoy por las miradas apagadas antes de tiempo...
besos serrano
A ver si vamos a ser la misma persona que vivimos en mundos paralelos: un día decidí doblar una esquina hacua la derecha y por eso ahora soy yo. Doble la esquina a la izquierda y eres tú.
Gracias a todos los que seguís por aquí.
Pues yo añado una flor por alguien que se fue pronto, y que quiero y a veces extraño sin apenas saber nada de él...
Y permitidme que riegue un poquito todas esas flores que habéis plantado aquí, para que no olvidemos, y para que esos recuerdos alegren la taberna.
Gracias, Jose Luis; precioso es poco...
Un beso para mi amigo unai que murio este septiembre en Madrid en la estacion Santa Catalina por una descarga electrica.
MUXU HAUNDI BAT UNAI
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