Alrededor del río
Una vuelta alrededor del río: cruzar al otro lado por el puente principal, seguir aquella acera hasta encontrar el puente nuevo, atravesar de nuevo el cauce y regresar por esta orilla. Me siento en el pretil, sobre el agua, frente a suntuosos edificios de fines del diecinueve. El agua baja tranquila, al igual que tranquila pasea la gente en la ribera. Antes tenía el aire en contra; ahora, sentado, el viento sur revuelve mis cabellos y trae con él negras nubes, amenazadoras, pero el mismo vendaval se lleva mis propios nubarrones deshaciendo su amenaza. Salen dos chicos de la academia, el tren se acerca por la vía, la bicicleta está apoyada en un banco, los coches corren bajo los tilos, pasa un hombre trajeado tras de mí hablando por teléfono de asuntos laborales.
Entonces se me arremolina alrededor la tristeza de quien sufre de inmensa melancolía, la inquietud del que se hunde por la vacua existencia, la angustia de quien toca tierra derrumbado por las hojas que caen en otoño. El viento se lleva consigo todas las partículas de la atmósfera, todo es transparente, todo tibio y clareado.
En primavera miro el calendario y observo que le salen hojas nuevas, que con cada nuevo día brota una nueva esperanza. Sin embargo, en otoño, veo caer las hojas del calendario como caen las de los árboles, un día más que se agota, un día más que se escapa.
Me levanto del pretil, cojo la bici y pedaleo con fuerza sin poder ahuyentar de la mente las desdichadas palabras de escritores malditos, y continúo el paseo hacia el mar, hasta terminar mi recorrido junto a este puente pretencioso, y no puedo olvidar que tengo la comida lista en casa, que circulo pausado como el agua joven del río, que la vida es transparente como el violento aire otoñal, ni olvido –no puedo hacerlo– que me estás esperando.
12 Comentarios:
BRUTAL
BELLISIMO
MARAVILLOSO
EMOCIONANTE
GENIAL
DELICIOSO
Pero ¿no es bella la tristeza?
Ya ves Zendo caigan las hojas o no, hay alguien esperándote (y encima preparándote la cena), a eso le llamo yo suerte.
Serrano me ha pisado todos los adjetivos.
Zendo, lo tuyo no tiene nombre.
A pesar de esa melancolía, de los días frios de otoño, alguién te espera y se ha tomado el trabajo de hacer la cena. Alguien piensa en tí y le importas.
No soy de tú circulo de amigos, ni tengo tú virtuosismo para escribir, pero si te apetece, date una vuelta por casa. Hoy puse algo para esos días en que nos envuelve la tristeza.
Un abrazo
perdone, amiga Pon, pero el que ha pisado los adjetivos es un señor anónimo, que es fan de Zendo desde que leyó una cosa que se llamaba Edukia.
de todas formas yo suscribo lo que dice
Ah perdón, señor anónimo. Es el estado de embriaguez que produce pasarse el día acodada al fondo de la barra; el rincón de las borrachas, ya sabe.
Y perdón Serrano, no sé cómo he podido confundirte. El nivel de alcohol...
Con tu permiso Zendo, me voy a subir al sillin de tu bicleta para continuar el viaje y terminar no en el mar, sino en las palabras de otro escritor maldito que "disgustaba a unos por frío y a otros por raro":
"....ni olvido que me estas esperando"
"sólo quiero mi brazo sobre otro brazo amigo, que otros ojos compartan lo que miran los míos"
"Y entonces en ti mismo mis sueños y deseos tendrán razón al fín, y habré vivido"
(A un poeta futuro de Como quien espera el alba de Cernuda)
En esta jodida estación de otoño, gracias por la vuelta y por hacerme vivir.
Y porque él espera todo vale la pena ser visto, para regresar a su corazón, donde las cuatro estaciones palpitan en su latir...
Un Beso JoséMarí, desde la primavera del Sur del Mundo.
...podriamos pasarnos el día apoyados en la barra bebiendo estas copas tan dulces y un poco amargas al mismo tiempo...
no quiero moverme de vuestra barra aunque a veces el tiempo no me permite degustar los sabores de vuestras tapas como me gustaria, ni de la trankilidad que da vuestro vino. Pero no quiero moverme de vuestra barra.
sinceramente impresionante lo que has escrito Zendo. hay mejor sensacion que ir, perderte, descubrir, desear... y luego saber que te esperan????
un beso enorme a los dos y gracias por traernos hoy el otoño de Donosti.
Genial.
Como ya te dije: me sobra el "bicho con ruedas".
Pero genial.
Que gusto leerte.
Un abrazote.
Otro viaje Zendoia, tan largo y tan corto.
El suelo que pisamos, y a pesar de la melancolía el amor al lugar que habitamos.
Suscribo los 6 adjetivos y dejo uno más VIBRANTE.
Cogería esa bicicleta y seguiría esa ruta.
Publicar un comentario
<< La Taberna del Mar