Telaraña
Acababa de llegar desde el aparente infierno
de los muertos, y junto a la puerta
me encontraste de frente,
tú en brazos de un extraño.
Quise aplacar el daño que hizo
tu súbito brío profundo
y caí a este pozo
en el que cumplo condena, encerrado,
para redimir voluntariamente algo que no hice
y paliar el exabrupto de tu delirio.
Qué has hecho estos inviernos,
qué brazos te acogieron,
cuántos corazones habrás turbado,
fascinado y engañado,
quién no habrá admirado a semejante duende,
mientras yo sigo bajo llave encerrado.
Ahora, el moscardón sentimental
que atrapaste en la telaraña
me ha querido liberar, ignorantes los tres
–arácnido, moscón y mi alma mezquina–
que una ráfaga de viento nos arrastraría.
Tuvimos en las manos el estruendo de la felicidad
pero su onda expansiva rompió, para siempre,
la aventura imposible de peculiares pasiones.
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7 Comentarios:
ay madre, si es que los hombres nunca saben lo que quieren
Me gustan tus telarañas Zendo. Me gusta disfrutar leyéndolas. Quien cae en una me imagino que disfruta menos...
Tienes razón, Ana.
Mientras sigamos cayendo en redes como las vuestras, devorados por las palabras encadenadas que tejéis, todos encantados.
Vaya veneno.....
Muy bonito, pero ya te dije que hay que limpiar más, aunque como dice el dicho "si barremos no jodemos"
Al final los sentimientos pueden ser como telarañas... de las que a veces queremos quedar atrapados y otras salir huyendo.. Un saludote
Sin nada que añadir...
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