Ciento una
Te he escrito cien cartas y las he roto todas. No las recuerdo una a una, hace mucho desde que empecé a hacerlo. Mientras escribía la primera ya sabía que no te la enviaría, pero seguí hasta el final de la página, hasta garabatear la rúbrica. Después la rompí.
Cuando empecé la siguiente puse mi mejor voluntad en aquellas palabras, en expresar correctamente lo que te quería decir, esperando que así no tendría motivos para no mandártela. Al finalizar aquella misiva la introduje en un sobre. Pero teniendo en cuenta el antecedente, sentí una terrible conmoción y también la partí en pedazos, con sobre y todo. Lo intenté con otra, para la que incluso preparé el sello, pero a ésta le di fuego cuando estaba lista para llevarla al buzón.
No perdí la costumbre, a pesar de todo. Llegó una cuarta, y muchas más. En todas esas cartas te contaba miles de cosas, muchas bobadas de por medio, pero en todas ellas estaba escrito aquello que no querías leer. Por eso las destrocé todas.
Hoy he llegado a la número cien. El tiempo no ha pasado en vano, se nos ha transformado el mundo, pero todavía sigo aferrado a este hábito. La he escrito entera, la he repasado de arriba abajo y la he roto. Te he escrito cien cartas y las he roto todas.
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9 Comentarios:
he recibido la 101, pero la he vuelto a dejar en el buzon
Pero al final las cartas siempre se leen...
Felicidades por las 100 cartas y gracias por la 101.
Mi afecto, Zendoia.
Mira Zendo, yo escribo muchísimas cartas llenas de caricias verbales, de besos y te quieros. A veces las envío, otras simplemente llenan mi corazón y lo expanden cuando son releídas.
Creo que mis mejores cartas jamás fueron enviadas, porque también creo que no las escribí para él: las escribí para mí.
Esta es la 101 copa bien llena que bebo en esta taberna.Acabaré mal, pero feliz.
Zendo, si fueras la Macarena te gritaría ¡¡¡GUAPA!!!
las cosas más importantes son difíciles decirlas por carta, nos avergonzamos después de nuestros propios sentimientos, pensamos demasiado en cómo van a ser recibidas, nos arrepentimos... y acaban en la papelera.
me encantó el texto.
un abrazo.
Yo escribo cartas en mi mente, cartas que "apenas llegue transcribiré y enviaré"... pero que nunca van a su destinatario, tal vez porque simplemente, sólo fue entretenido "escribirla" en mi mente, tal vez porque no encuentro las mismas palabras que pensé y entonces ya no me parece la misma carta...
No sé cuántas han sido ni cuántas serán... porque no pierdo el hábito.
Gracias JoséMarí... cuánto hacía que no te escribía (eso si, te dejé muchos comentarios mientras he caminado a este lado del mundo...)
Besos...
Mientras te leia pensaba en esa carta en el buzon nunca abierta, están las cartas nunca enviadas, hasta las nunca escritas porque solo las hemos pensado... y están las que nos llegan y no queremos leer por miedo a que rompan nuestros sueños.
precioso Zendo.
besos
Las cartas que no se envían son como los besos que no se dan, como los tequieros que no se dicen.
No rompas ninguna más.
Tomo prestadas tus palabras:
"He cogido tu carta del buzón. No la he abierto. Quede su contenido en mi espíritu sin pudrirse, enmohecerse, avinagrarse. ¿Servirá la trampa? Por si acaso, he vuelto a introducir tu carta en el buzón"
No mientas Zendo, mandas unas cartas tan preciosas que he tenido que poner un buzón más grande.
Con tanto e-mail que anda suelto, es una gozada recibir tus cartas no enviadas. Esperaré al cartero la próxima semana.
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