El día de la ira
Y entonces llega un día
en que me enervo y me levanto con la pata torcida,
y me obceco en derribar las torres más siniestras,
en derramar mi bilis por patios rococós,
y, entre corintias balconadas,
agarrarme a cortinas de oscuros terciopelos
y morderlas hasta hacerlas jirones,
entrar en comedores y salones en los que
blanquecinas vajillas con rebordes dorados
y copas de cristal
desean que me suba a la gigantesca mesa
y patalee un diluvio de fragmentos helados,
rasgue tapicerías,
destroce los relojes mitológicos,
escupa en las pinturas
y arrastre por pasillos las sábanas de seda amarillentas.
Entonces llega el día de la ira,
esa aciaga mañana en la que no hay ventanas con cerrojos
ni enormes puertas atrancadas que me amansen,
inundo con mi furia las cocinas y las caballerizas,
y con un tenedor araño las paredes enteladas,
corriendo por los interminables pasillos
hasta que llego al trono en el que moras,
te quito la corona,
y acaricio tu cuello tumefacto,
ese cuello que aguarda casi ansioso
el afilado y frío acero de la guillotina.
en que me enervo y me levanto con la pata torcida,
y me obceco en derribar las torres más siniestras,
en derramar mi bilis por patios rococós,
y, entre corintias balconadas,
agarrarme a cortinas de oscuros terciopelos
y morderlas hasta hacerlas jirones,
entrar en comedores y salones en los que
blanquecinas vajillas con rebordes dorados
y copas de cristal
desean que me suba a la gigantesca mesa
y patalee un diluvio de fragmentos helados,
rasgue tapicerías,
destroce los relojes mitológicos,
escupa en las pinturas
y arrastre por pasillos las sábanas de seda amarillentas.
Entonces llega el día de la ira,
esa aciaga mañana en la que no hay ventanas con cerrojos
ni enormes puertas atrancadas que me amansen,
inundo con mi furia las cocinas y las caballerizas,
y con un tenedor araño las paredes enteladas,
corriendo por los interminables pasillos
hasta que llego al trono en el que moras,
te quito la corona,
y acaricio tu cuello tumefacto,
ese cuello que aguarda casi ansioso
el afilado y frío acero de la guillotina.
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15 Comentarios:
Arrebato.
El regente tiembla ante semejante ira desatada.
Y María Antonieta ni te cuento.
Nadie que te haya oído hablar diría que te puedes poner así. Espero que sea metafórico. Vaya destrozo... con galanura, eso sí.
Qué alegría por diosssssss.....
Abriste la caja de los truenos, cualquiera abre la boca.
el/la que se largue sin pagar hoy se va a enterar....
Menos mal que sólo es "El día de la ira", imagínate de lo que hubieras sido capaz si se tratara de una semana, ¿estaría el cuello ansioso esperando tu filo cortante toda una semana?.
Saludos,
http://www.enunblog.com/Aguirre
los cuellos ansiosos esperan lo que haga falta.
gracias, verdugo
Y cuanta falta hacen esos días de Ira.
Y que bonito es ver rodar ciertas cabezas...tan redonditas ellas...
bueno, lobogrino, pero tú tranquilito, que te conozco y te lanzas...
Sabes leer en los corazones...
Carayy...
Estoo.. una cervecita por favor.
Serrano??? ya no me meto mas contigo...
y lo cansado y agusto que se queda uno despues de esos ataques en el que salen cosas de las entrañas que ni sabia que existian??? aunque mejor sin que haya una guillotina cerca la verdad...
besos
Isso veio com o Carnaval ou é sempre assim?
Ciao,
No sé si he llegado en un buen momento a vuestra taberna...
De cualquier manera me ha encantado descubrirla, he llegado por el título (soy adicta al mar) y si encima me sirven una cervecita, fotos buenas y prosa de calidad, qué más se puede pedir.
Un saludo
cualquier día es bueno para venir,
bienvenida.
Hala, una ronda para todos, que ya se me ha pasado la furia.
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