El socorrista
El hombre sin figura comenzó a contar su historia en la radio. A aquellas horas eran pocos los oyentes. Había una mujer que no podía conciliar el sueño, con el transistor encendido en la mesilla, escuchando atónita aquel sorprendente relato. Un padre que vigilaba la enfermedad crónica de uno de sus hijos, hacía caso al locutor, preocupado en el salón. Mucho más lejos, un joven estudiante no podía prestar atención a los libros y prefería centrar su interés en la voz profunda que fluía de los bafles. No serían muchos más los radioescuchas que seguían de madrugada la historia del hombre sin figura.
Anduve en gigantescas cumbres destrozando el calzado. Sufrí el frío de la nieve blanca, y me perdí a menudo en los bosques. Vi volar las ánimas de los antepasados entre las tumbas de los cementerios, y escuché gritos de batalla en castillos arrasados. Bajé a la ciudad, y me extravió el estruendo de hombres y mujeres extraviados. No tuve alternativa, tuve que llegar al mar, y sus olas me absorbieron. Cuando estaba a punto de ahogarme, un semidiós de cuerpo robusto y recios músculos me cogió en sus brazos y me salvó del remolino de las aguas desmedidas. Agradecido, le abracé en la pradera junto a la playa, y le di un beso en su hermoso rostro.Al oír aquello, los radioyentes le vieron la cara al locutor, pues supieron que estaba contando la misma historia que vivieron en vidas pasadas, y se percataron de que el narrador de voz profunda asía los sueños y temores de cada uno de ellos. Y ellos mismos, a través de las ondas, le dieron un beso a su socorrista. Y así lo hicieron en adelante cada noche oscura.
__________________________________________________
10 Comentarios:
Otro copazo de estos y me emborracho.
Hola.
Por problemas técnicos con el servidor (desapareció) he tenido que crear un blog nuevo en otro sitio.
La nueva dirección es:
http://lobogrinoo.blogspot.com/
Un saludo.
¿Dónde estará mi socorrista?
Qué pena, como no se nadar, a mí nunca me salvará un socorrista tan "cachas" como este!
Me voy a inscribir a un curso de natación ahora mismo.
A mí aún me quedan socorristas por besar...
Que los besos virtuales no son iguales.
Que un abrazo en la distancia sabe a poco.
Extraño y bonito relato.
Pero extraño...
Abrazos.
Un cuento para ahuyentar los demonios, besos para espantarlos, la fantasía que aplaza la muerte.
Y ahora tambien somos socorristas....
Dios que fatiga.
Bien, aquí estamos.
Algunas veces pienso que es mejor dejarse arrastrar dulcemente mar adentro y licuarte con las olas, dormir; se pierden las esperanzas en los socorristas, en los de fuera y en los que están dentro de uno mismo.
María, ¿vienes?
Publicar un comentario
<< La Taberna del Mar