Perderme

Yo también me voy, para perderme en los encinares que quedan entre Baigorri, Oteiza y Larraga.
Ascenderé por el camino que recorre de vez en cuando un campesino guiando su tractor, entre esparragueras que ya han dado el fruto, y me pararé a comer moras de las zarzas que brotan bajo piedras de sillería amontonadas en su ruina de gloria derruida, en el lugar donde se juntan todas las cuencas que vienen desde las altas cumbres, bajo la montaña sagrada, y ensuciaré el calzado con arcilla roja junto a las charcas que no se secan ni al calor del verano. Miraré hacia el norte para ver si las nubes que se amontonan en las cimas de la sierra traen tormenta, y entonces me daré la vuelta hacia el sur, siguiendo el camino a la vera del río en busca de cobijo y morada.
Con la última luz del día saludaré al pastor, y por un momento comprenderé el significado de su soledad.
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