La taberna del mar: mayo 2007

30 mayo 2007

haikus de otoño


(alguno de estos haikus, y de los que pondré en breve, han sido publicados en la Antología de haikus "Brisa del mar" -otra vez el mar- editada por la Facultad de Derecho de Albacete de la Universidad de Castilla-La Mancha)

Hojas doradas
meciéndose en la brisa.
Las miro y tiemblo.

Alfombra de oro.
Camino por el parque:
otoño frío.

Resplandecientes,
los castaños del parque
lucen al sol.

No sé hacia donde:
un camino se pierde
entre nogales.

La lluvia cae
sobre los abedules.
Azote helado.

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28 mayo 2007

Ejercicio doble


Cada uno de estos renglones
es un límite de la vida,
una condición a cumplir,
reflejo de la dicha mínima
que trato de conseguir.
Tres o cuatro restricciones
para tranquilizar el ánimo,
alguna material
y el resto intocables.
Pero de paso obtengo provecho,
casi sin darme cuenta,
de todo lo que me ofrece el tiempo,
porque cada incógnita
trae consigo una ganancia adicional
cuando se saturan los límites.

En la situación óptima se iguala
el milagro que nos da la vida
con el sudor que nos exigen sus obstáculos.
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25 mayo 2007

Beirut


(hace unos meses puse un texto en prosa basado en el que pongo hoy, porque de nuevo me vuelvo a acordar de mis amigos del Líbano)

Beirut (2003)

Desde la roca,
en la parte de Beirut que más me gusta,
los chavales se lanzan a la espuma,
gráciles, jóvenes y sudorosos.
Una gigantesca luna de sangre aparece
tras los edificios bombardeados.
Sólo cuatro o cinco muchachos
que pelean sobre las rocas escurridizas,
cuyos gritos de júbilo desgarran las últimas
luces anaranjadas del sol que ya se pone,
y se lanzan a las aguas oscuras,
como esas pinturas etruscas,
en las que un joven se arroja, desde un trampolín,
al último viaje, al que no tiene retorno.

Entre las olas,
en la parte de Beirut que más me gusta,
aparecen al cabo de un segundo,
el pelo descompuesto,
los dientes amarillos, sonrientes.
No ha sido sin retorno este viaje.
Se lanzan a nadar hacia el poniente,
y a veces casi se pierden,
su cabeza un punto negro delante del sol.
Luego dan media vuelta:
sus amigos les esperan en las rocas,
les ayudan a subir
(de vez en cuando acaban todos en el agua).
Cuando pasan a nuestro lado,
sonríen y nos dicen cosas en su idioma,
a las que saludamos con un “salam” que ellos aprecian.

Por la noche,
en la parte de Beirut que más me gusta,
los cañaverales acarician los primeros reflejos
plateados de una luna gigante,
los carteles que anuncian la presencia de bombas
ya casi no se ven.
Algunos hombres oscuros se adentran
entre los juncos, detrás de uno de los muchachos,
de uno que sonríe de una manera única,
de uno que hará que jamás olviden esa parte de Beirut.

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23 mayo 2007

Mil kilómetros


Hay más de mil kilómetros desde Merdif hasta Birduz, y entre ambos lugares, un desierto, el ancho valle de un fértil río, una gran y extensa cadena montañosa, otra sierra más pequeña, unas cuantas pendientes, dos capitales principales, bastantes poblaciones importantes e infinidad de pueblitos, un monasterio cisterciense, una autopista de mucha categoría y una red de carreteras a su alrededor, la línea férrea del tren de alta velocidad, mucha gente que va y que viene, coches, árboles, aire seco, aire más húmedo, viento norte a rachas, viento sur a veces, pocos túneles, muchos cruces, camiones de empresas de transporte con sus paquetes, embalajes, sobres de cartas y certificados de pago, un montón de gasolineras surtidas de asépticas cafeterías y sucios retretes, estaciones de tren, gigantescos tractores recolectando manzanas, agricultores, turistas, largos campanarios y bóvedas de iglesia, mendigos, ay, siempre tan olvidados en esta sociedad necesitada de olvido, más de mil kilómetros, y yo no he recorrido ninguno, todavía.

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21 mayo 2007

Espuma


Espuma (1995)

La espuma seca deja
polvos de seda blanca en las orillas.
El mar respira en olas.
Tu piel blanca
desprende un suave resplandor de luna turbia.
La bajamar arranca burbujas
a la arena que arde
y se derrite un poco más arriba,
junto a la carretera.
Es mediodía.
Te despierto.
"Mira el mar:
está lleno de estrellas".

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19 mayo 2007

Austero


La mesa se levanta sobre cuatro columnas,
pintada a trazos gruesos,
y tiene la superficie raspada, para derramar allí
–en el agujero– toda la tinta.
Ya estaba dicho lo que había que decir,
no me vigilaban, era libre
para los juegos de sobremesa.
Como en una chabola medio caída
–pedazos de madera sobre la tierra viva–
caían trozos sobre mí,
carteles colgados de chinchetas solitarias,
el agua sucia que manaba del grifo
descoloró las fotografías.
Quería buscar el meollo
y dejar el resto para más adelante.
Apareció un anciano
y no tenía sentido.
Para cuando encontré el recipiente perdido
estaba dominado por la preocupación,
tuve que supervisar con esmero
y escogerlo todo,
para, de entre todas las cosas,
poder obtener aquello que dejase huella en mi recuerdo.
Levantaron un arco gótico de crucería
sobre cuatro columnas,
austero, sin adornos,
según palabras del artista llegado del viejo mundo.
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17 mayo 2007

Un añito


Cumplimos un añito. Aquello que empezó cuando dos desconocidos cogieron unas sillas y se sentaron delante de la superficie azulada de un mar desconocido, sigue su camino, no sabemos por cuánto tiempo más. Aquí seguimos mirando los reflejos del sol sobre las olas, o esas nubes oscuras que amenazan a ratos desde el horizonte, lanzando mensajes en botellas de cristal que a veces se pierden pero otras muchas llegan a su destino y son leídos. Apurando los vasos pero sin quererlos rellenar por si se nos acaba la botella. Oteando el horizonte.

Un ciclo en esta travesía por puertos y montañas, por valles y ciudades, por rincones escondidos entre la maleza. Un viaje en el que se funden recuerdos casuales y metas imposibles, en una urdimbre de palabras que vamos encontrando en los márgenes del camino. Un año en el que se ha alargado la estela que dejamos frente a la orilla de la taberna del mar.

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16 mayo 2007

Labios


Sólo por la luz que las riberas
encauzan entre los enhiestos abedules
hasta desparramar sus dorados reflejos,
y por el murmullo desmayado
que el regato arremolina allá al fondo,
sabrás que te he traído para algo,
que no ha sido casual nuestro paseo.

Descubrirás que allí,
un poco más cerca del acantilado,
una llanura se abre bajo el cielo,
rodeada de frondosos (y amenazadores)
delirios vegetales.

Sólo entonces hallarás que tus labios,
como una tierna flor que a mis labios se abre,
desde un primer momento, nacieron para esto.

Y entre el rumor incierto
de agonías sonoras y secretos,
la verdad que ocultabas
refulgirá divina y quizá ya marchita

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14 mayo 2007

Este reino


Mi mundo no es de este reino.

Aunque me fuese a la isla más remota del Atlántico Norte,
más allá del gris mar,
a la patria de los verdes marchitos y ajados,
no encontraría
una impotencia como ésta
para ventear los colores de la primavera,
una incapacidad semejante
para denunciar tanto desmán,
porque no encontraría a nadie,
a ningún individuo,
y menos aún, sociedad alguna
que pudiera escudriñar su futuro
–una capucha la ahoga–
que supiera organizar su trabajo
–una larga cadena la ata–.

Yéndome hasta la isla más lejana
no podría encontrar
un reino más temible.
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11 mayo 2007

Condena


Hay un planeta lleno de frondosos bosques, de pájaros exóticos y manantiales de aguas de colores que se desparraman por barrancos y valles. A ese planeta van todas las palabras no dichas, o las que se perdieron en el aire.

Sobre las altísimas secuoyas se extienden plataformas de madera desde las que las palabras otean el horizonte, para ver si se acerca un velero azulado que traiga nuevas palabras, que quizá sean respuestas. Pasan allí los siglos, porque esperan que algún día aparezca ese sí o ese no.

Encogidas, ateridas de frío por la noche, tumbadas a la sombra bajo el calor abrasador del mediodía, vuelven a decirse una vez y otra vez a sí mismas, para ver si de tanto decirse, llegan al oído del receptor para el que fueron creadas antaño. Pero está en otro universo y no las oye.

El planeta de las palabras no dichas o de las perdidas en el aire está lleno de ecos y susurros, a veces de gritos o de aullidos, a veces inaudibles o ininteligibles. En las esquinas, los remolinos revuelven los jadeos y una algarabía de arrullos, canciones y quejidos atruena los oídos.

Otras veces, únicamente tras un larguísimo paseo bajo los magnolios descubres junto a un arroyuelo una palabra tímida, embobada, diciéndose a sí misma mientras se mira en el espejo del agua. Comprendes que fuiste tú quien la dijo, hace ya tanto tiempo. O quien la calló. Por eso, das media vuelta, avergonzado, lamentando haber sido el causante de tan ingrata condena.

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09 mayo 2007

Magia


Os he enseñado la gran esfera,
en un punto de su superficie me hallaba sentado en silencio,
he sido testigo de vuestra plática,
espectador impasible de vuestra vorágine.
Aparentemente, fueron admirados
los conejos y pañuelos que salieron de mi chistera,
las letras y líneas que dibujé sobre la pared,
los relatos increíbles que os conté.

Por lo visto, la verdad no es sutil,
el cruce de caminos en el centro de la esfera
me ha colocado en dirección equivocada
y mi esfuerzo ha resultado inútil.
Pero aún retengo
la varita mágica entre mis manos,
y las rosas que aparecerán
en cuanto chasquee los dedos.
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07 mayo 2007

Piruetas


Algunas tardes
no sé si eres un pájaro o un patinador de hielo,
si cortarte las alas y cerrar todas las ventanas
por si se te ocurre volar
o poner la calefacción a toda marcha
para que se derrita la helada superficie
por la que te deslizas, sin mirarme.

Otras veces, (las más),
comprendo que tuviste suficiente,
que rememoras leyendas mitológicas
de las que saliste coronado
con laureles resecos
o vastas cicatrices,
que tus giros, tus saltos,
tus desplantes, volteos,
filigranas,
el dibujo hiperbólico sobre el salón que te enclaustra,
los frenazos en seco,
los arabescos, pliés, pas de bourrés,
piruetas, glissades y jetés
no son más que postreros coletazos.

No sé por qué el espejo no devuelve tu imagen.
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04 mayo 2007

Hombre de mar


Nunca salí al mar,
a pesar de ser cautivo de sus costas.

Nunca me levanté en la madrugada oscura
para salir en barco a pescar,
jamás me marearon las olas
hasta tener que vomitar,
no me rasgó los dedos de las manos
el frío desgarrador
ni me anestesiaron los pies
el salitre y la humedad.
No he tenido que pasar días
levantando redes ni recogiendo anzuelos,
nunca he tenido que soportar la negra noche
mecido en estrechos y andrajosos camastros,
compartiendo soledad.

Pero comí merluza
con almejas y perejil,
paseé por los rincones de la playa
en busca de todo lo habido y por haber,
estuve en hermosos puertos
haciendo fotografías,
y corrí, huyendo
de gigantescas olas derramadas,
pero nunca salí al mar
a pesar de ser adicto a sus orillas.

Me ha saciado el olor a salitre,
cegado el azul de la luz,
y acobardado el plato lleno.
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02 mayo 2007

Calle Tribulete


Calle Tribulete (2006)

Detrás de la luz de tus ojos violeta
tu aliento desprende olores de desierto
y luz tamizada de zocos
con aroma a cardamomo y pimienta,
muchacho que caminas por la calle.

Cantando,
como si estuvieras sacando agua de un pozo,
como vendiendo zapatos de plástico por las esquinas,
como si estuvieses regando los frutales bajo el palmeral,
sonríes luminoso con destellos de perlas y relámpagos
con la melancolía de quien dejó mucho atrás.
Y tú dejaste todo:
tus padres, tres hermanas y un amigo.

Tus ojos saturados de estrellas cuando hablas de ellos,
todos siguen vivos en Bagdad,
menos el amigo, del que nunca más supiste,
al que nunca volverás a coger de la mano,
con el que nunca podrás volver a ver cómo se pone el sol
sobre el río de barro y el polvo de los palmerales.

Cantando,
porque tienes veinte años,
porque has dejado todo atrás
pero la calle es larga,
y tienes muchas canciones que cantar todavía,
muchacho que caminas por la calle.

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