La taberna del mar: febrero 2009

27 febrero 2009

Diecinueve poemas escritos en dos horas (10)


Y lo peor de todo es saber
que todo esto se irá algún día,
que se romperán las persianas
y se quedarán bajadas para siempre
y se desconchará el techo
y se fundirán las lámparas
y se filtrará el agua de lluvia desde la calle
y las telarañas se apoderarán de los rincones
y el polvo en los sofás
y alguien cubrirá los muebles
con una sábana blanca
y no habrá ni el eco de una risa
ni un charco de agua de la ducha
en el suelo del baño,
ni un vaso de café con leche
a medio tomar en el lavabo
ni tus pantalones ni mi camisa
arrugados en un rincón.
Nada.
Sólo un recuerdo
o ni siquiera eso
si no hay nadie para recordar.

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23 febrero 2009

Diecinueve poemas escritos en dos horas (9)


Me dices que te llevas la peor parte.
Que cuando salgo estoy gracioso y ocurrente,
que cuento chistes.
Que en casa me quejo de que me duele la espalda
o de que tengo sueño
(¡pero es que tengo siempre tanto sueño!)
Sabes que no eres justo
y te arrepientes
y me dices que has sido duro
y yo te digo que no,
que seguro que llevas razón
y te cuento un par de chistes
que no te hacen ninguna gracia.
Y me abrazo a tu espalda
y me duermo.
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20 febrero 2009

Acuarela marina


En medio del ajetreo, hoy sólo tengo tiempo para improvisar una escena marina, sencilla y escueta: rocas levemente golpeadas por las olas, una barca azul acercándose a la playa y varias gaviotas en espera de los despojos de pescado.
Y la estela de la barca que desaparece suavemente en la superficie del mar.
Las palabras de los pescadores se disipan entre mantos azulados.
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18 febrero 2009

Diecinueve poemas escritos en dos horas (8)



Hoy he hecho brownies.
Tantos que a duras penas
cabían en la cocina.
El horno rezumaba una masa viscosa
achocolatada
y aún quedaba otro poco
para una segunda tanda.
Las vecinas llegaban
con bandejas, tuppers y cacerolas,
y en la calle
una cola tremenda de niños de colegio
con sus mochilas esperaban
su ración calentita.
Luego vino la policía
y salí a recibirles
con un kimono negro
de satén y un mantón de Manila
y un gorro uzbeco
con dibujos geométricos.
Hablaron contigo un rato largo,
sentados a la mesa del salón.
Yo seguí haciendo brownies
como loco
bajo vuestras miradas de reojo,
preocupadas.

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16 febrero 2009

Actuando


Tirarse al vacío,
echarse a la piscina,
descender a los abismos.

Sólo quise probar
la cuerda floja
sin red que me protegiese.
Lo único que pretendí
fue ganar tiempo,
no dejar para última hora
la tarea pendiente.
Pero entré al teatro
y para cuando me di cuenta
estaba al otro lado de las butacas.

Actuando de nuevo.

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13 febrero 2009

Diecinueve poemas escritos en dos horas (7)


Entre Wittgenstein y Hegel
pasamos los domingos
(alguno pensará que somos unos palizas)
pero la verdad es que no es para tanto
porque de lo que no se puede hablar
es mejor no hablar,
así que tú sigues con tu Hegel
y yo con mi Wittgenstein
(que es un pez rojo que compré
en el rastro)
y le doy de comer
y la cambio el agua
y le enchufo con la linterna
con la luz apagada
porque me gusta el reflejo rojo
que las escamas reflejan por el cuarto.

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11 febrero 2009

Dedos y teclas


Como el rebaño en el cercado
o las moscas contra la ventana,
así van los dedos de mis manos
sobre el teclado,
con aspecto de estar perdidos
pero sin poder salir de allí,
acariciando a veces las teclas,
otras veces tragándolas
y casi siempre golpeándolas,
tomando un respiro de vez en cuando
para volver a empezar:
parecen perdidos
pero no pueden escapar.

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09 febrero 2009

Diecinueve poemas escritos en dos horas (6)


Ayer apunté algo en una hoja
y tú pensaste que era
la lista de la compra
(debía ser muy malo el poema).
El caso es que hoy encuentro
pétalos de jazmín en el lavabo,
granadas y azaleas entre los calcetines,
y un pomelo lustroso en la ventana,
un corazón de cierva clavado con agujas
en el mar grisáceo de Bretaña,
una parábola descastada
llorando en un rincón del lavadero,
los ojos de una araña,
el cálido tacto del niño que no nació,
el jengibre, el cardamomo, la mirra
que pedí en un cumpleaños
hace ya mucho tiempo
(y que nunca llegó:
a cambio cuatro madelman),
el respirador desechado de una monja albanesa
ya curada,
las volátiles alas de una mariposa del Everest,
un gajo de naranja,
un ticket del Museo de Toulouse-Lautrec en Albi,
el eco de los gritos de unos bañistas en Hydra,
una mirada tuya que se pierde
hacia el túnel del metro de Ríos Rosas
y una factura enorme
que no sé cuándo vamos a terminar de pagar.

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06 febrero 2009

Bosques al sol


En espera de la primavera,
cuando en este largo invierno
sale por fin el sol,
imagino los bosques en verano,
verdes y espesos,
árboles fecundos.
Porque necesito
quitarme de encima
este vasto cielo gris.
Ahora que me ha tocado
un rayo de sol,
me recorre la sensación de estar
en un lejano planeta
de una extraña galaxia.
Nada más.
La estrella solar
no me ha dicho nada más
esta tarde,
a pesar de mi larga espera.

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04 febrero 2009

Diecinueve poemas escritos en dos horas (5)


Hoy te has levantado con ganas
de gritar por la selva como Tarzán,
agarrado a una liana.
Yo con ganas de ahogarme en algún
lago verde lleno de algas
en el que no encuentren ni mis botas.
Vas abriendo las ventanas por la casa
y yo detrás cerrando las persianas.
Llamando por teléfono,
poniendo e-mails,
mandando eseemeeses.
Yo me escondo en el frigorífico
junto a la mantequilla
pero me encuentras rápido.
Bajo al congelador
y me escondo en el fondo
de una bolsa de guisantes congelados,
pero mira por donde
has decidido hacer comida para
seis días
o invitar
a toda la familia
o descongelar la nevera
o donar los congelados a una
oenegé del Sahara.
Me agarro a la liana
y empiezo a gritar
también
pero sólo me sale un grito de guisante.

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02 febrero 2009

La mirada en el estanque

De alguna manera recupero
el hilo perdido hace varios meses,
y tumbado entre almohadones
te veo mirar por la ventana,
y me quedo así dormido
deseando otro día,
otro mes,
otro temporada completa.
En sueños, sin embargo,
te veo mirar al espejo
y no quiero despertarme aún
porque no sé
cuándo le harás la pregunta
al espejo, a la ventana, a la vida,
al estanque que se extiende a tu lado.
Cuando empieces a gritar
a sus orillas,
regresaré.

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