La taberna del mar: noviembre 2008

28 noviembre 2008

Manzanos del camino

En medio del camino que nos une
hay un manzanal,
hoy entristecido.
El zumo robado a las manzanas
reposa en toneles en espera de la primavera.
Las ramas de los manzanos
semiocultas en la bruma del anochecer
vierten gotas de agua
desde los brotes que florecerán algún día.
Hormigas y escarabajos
se refugian del frío insufrible
bajo la tierra oscura.
Llega el olor a fino humo blanco
de una lejana chimenea,
madera quemada y comida.

Tú más allá del manzanal,
más allá del medio del camino que nos une,
tantas veces pisado,
sendero viejo
lleno de guijarros,
a tramos asfaltado, a tramos puro barro.

Pero nosotros jamás pisamos
el medio del camino que nos une,
no hicimos más que mirar
desde la ventanilla del coche
para ver los manzanos, los caminos embarrados,
los fríos vapores invernales.

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26 noviembre 2008

22 de noviembre


Otra vez las torres de cristal
que se pierden en lo oscuro,
hacia arriba,
entre nubes grises
que no dejan amanecer.
Algunas ventanas con luz amarillenta
de comedor o dormitorio,
tras cortinas polvorientas.
Y abajo los árboles con cuatro hojas,
secas ya, o podridas,
que el viento helado sacude
pero se aferran con la fuerza
de un moribundo a la sábana,
con las manos como tenazas.
Otra vez vuelve el olor a hospital
y a flores.
Otra vez noviembre.
Hoy hace siete años.
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24 noviembre 2008

De a dos


Pegado a la tierra,
a la tierra igualado,
dobletes de palabras
escritos en la pizarra
porque aquel idioma
así lo permite,
los dedos de las manos
enlazados,
entre ellos
ruidos de cristal,
aguantando la rabia
en equilibrio interior,
la memoria apagada
y la inquietud transparente,
los sentimientos sosegados.
Doblaje, reiteración,
reflejo de a dos.

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21 noviembre 2008

Nefta


Nefta (1998)

Nefta despierta y los muchachos
se derraman por la ladera pedregosa
ahuyentando a los escorpiones negros del desierto.

Abajo brillan peces verdes de sol.

Nefta despierta y un perfume de flores de jazmín
que un chiquillo te ofrece,
nos envuelve como si fuese un lazo invisible,
inmóvil en el aire.

Abajo lucen flores rojas de carne.

Nefta despierta y los muchachos
gritan al entrar de cabeza en el agua verdosa del canal
que riega los extensos palmerales.

Abajo resplandecen arroyos exiguos,
manantiales broncíneos que se pierden
bajo la verde cúpula de palmas.

Nefta despierta y una voz
recuerda a los creyentes la grandeza de Dios,
y se desparrama entre los rincones blanqueados
de los morabitos, abrasados por un sol implacable.

Abajo, en la charca,
titilan estrellas de agua verde,
que los chiquillos arrojan hacia el cielo.

Nefta despierta y una niña me tira de la pernera del pantalón
y me pide un boli o un dinar,
a cambio de una rosa del desierto, o de un collar de peces y de estrellas.

Abajo brillan peces verdes de sol.
Abajo, titilan estrellas de agua verde.
que los chiquillos arrojan hacia el cielo.

La niña los recoge y los ensarta en rayos de sol
para formar collares de peces y de estrellas
y los cambia por bolis,
o por cualquier mierda que lleves en la bolsa.

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19 noviembre 2008

Señales en el aire


Interpreto señales en el aire:
avefrías perdidas dirigiéndose al norte
en medio de las lluvias de noviembre,
cuando el seco sur las espera;
un chiquillo saludando al tren
que arroja fría luz
desde las ventanillas;
el álamo enorme
que en una sola tarde
ha perdido todas sus hojas amarillas.
Y parece que jamás se repetirán,
que ya nunca podré volver a comprender
más mensajes encubiertos
entre corrientes de aire y gotas repetidas,
que el miedo o la nada cubrirán mi pequeño mundo,
o lo harán la serenidad, o la ansiedad,
o simplemente, la ropa limpia puesta a secar.
Otra vez abro la ventana,
respiro
y leo en el aire las señales de noviembre.

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17 noviembre 2008

Instrucciones


Busca un gato amarillo
y entiérralo en el campo.
Marca su posición con un
abrelatas.
Ante el túmulo
repite siete veces las palabras
caresse moi, mon amour”.
Lanza un globo metálico
al espacio
(si no puede ser metálico
que por lo menos sea de papel albal)
Respira siete veces por la boca.
Sácate del bolsillo izquierdo
un ovillo de lana verdeazulada.
Desenróllalo por el campo
para que nadie pase.
Delimita con él una superficie
que pueda ser identificada desde el aire:
una sirena, una estrella, un microchip.
Prende fuego a un extremo del hilo.
Mira el reflejo del relámpago rojo
que seguirá la silueta dibujada
en la superficie metálica del globo.
No olvides sacar luego al gato amarillo.

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14 noviembre 2008

Perder el tiempo


He estado durante todo el día
perdiendo el tiempo
y ahora lo he empezado a buscar,
pero no lo encuentro.
¿Acaso es tarde?
¿Demasiado temprano?
En este instante quiero recuperar
el tiempo perdido,
deprisa y corriendo,
y el bolígrafo me va
más rápido que nunca
sobre el papel,
dibujando palabras,
en compulsiva búsqueda.
¿Acaso es temprano?
¿Demasiado tarde?

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12 noviembre 2008

Antes de decir nada


Antes de decir nada
prefiero que te lo guardes,
que les des unas vueltas,
que lo tragues,
lo regurgites,
lo revuelvas.
A lo mejor descubres
que no es eso lo que querías decirme,
y te lo piensas,
y decides dulcificarlo un poco,
o a lo mejor incluso,
decides que no es cierto
o no es del todo cierto
y prefieres callarte.
Cualquier cosa es mejor
que tirar una piedra
al fondo del estanque
y arrepentirse
antes de despertar al pájaro.
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10 noviembre 2008

A mitad del otoño


Qué bien se está en otoño,
en medio de todas las cosas:
entre bochornos ocasionales
y chaparrones ventosos,
ahogado en melosos marrones de hojarasca,
en el cruce de los restos pretéritos
con los indicios del porvenir,
perdido en la nada
en la calidez de la chimenea,
arrullado por el estruendo del mar altivo
al ocaso del sol oculto por fina bruma,
escuchando sin prisa el sonido de tus recias pisadas,
mientras de los árboles caen
hojas amarillentas que van cubriéndome despacio.

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07 noviembre 2008

Agazapados


Están ahí,
agazapados en la penumbra,
esperando que los azulados destellos
que el agua desparrama
les despierte.
Acurrucados,
como gorriones de enero,
unos junto a los otros dormitando,
siempre alerta.
Confiando ciegamente
en que en algún momento
bajarás la guardia,
consultarás la hora en el reloj,
estornudarás
o cerrarás los ojos al mirar al sol:
entonces saltarán sobre tu cuello pálido
y engullirán con impúdica avaricia
hasta la última gota de tu sangre.
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05 noviembre 2008

Temeroso


Callado en un rincón, agachado,
resguardado de los leves rayos de luz
que se arrastraban desde la ventana,
con la mirada en el suelo
y descalzo,
así te recuerdo
aquella mañana lluviosa,
mudo,
vacío,
desesperado,
con ganas de filtrar tu espíritu
por los agujeros de la persiana
y expulsarlo al ancho mundo.
Temeroso,
acabado,
resignado.

¿Quién dijo que el tiempo no pasa en balde?

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03 noviembre 2008

El día de la ira (reprise)


(Las circunstancias me obligan a repetir poema, que viene al pelo)

Y entonces llega un día
en que me enervo y me levanto con la pata torcida,
y me obceco en derribar las torres más siniestras,
en derramar mi bilis por patios rococós,
y, entre corintias balconadas,
agarrarme a cortinas de oscuros terciopelos
y morderlas hasta hacerlas jirones,
entrar en comedores y salones en los que
blanquecinas vajillas con rebordes dorados
y copas de cristal
desean que me suba a la gigantesca mesa
y patalee un diluvio de fragmentos helados,
rasgue tapicerías,
destroce los relojes mitológicos,
escupa en las pinturas
y arrastre por pasillos las sábanas de seda amarillentas.

Entonces llega el día de la ira,
esa aciaga mañana en la que no hay ventanas con cerrojos
ni enormes puertas atrancadas que me amansen,
inundo con mi furia las cocinas y las caballerizas,
y con un tenedor araño las paredes enteladas,
corriendo por los interminables pasillos
hasta que llego al trono en el que moras,
te quito la corona,
y acaricio tu cuello tumefacto,
ese cuello que aguarda casi ansioso
el afilado y frío acero de la guillotina.
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