Loca curiosidad
Entonces se preguntó
qué era lo que hacía tan fría la noche,
cómo podía caer tanta niebla,
quién se había negado a hablarle.
No había respuesta,
como nunca la había habido
cuando antes se hizo la misma pregunta,
y la noche era fría,
la niebla cubría la calle,
las hileras de árboles en los paseos,
las mojadas baldosas de las aceras,
nadie había querido hablarle
y no sabía por qué,
no había respuesta.
Recordó lo que una vez le dijeron en casa,
cuando le advirtieron
que solo se lo repetirían una vez:
no te enfríes en las gélidas
y húmedas noches de la calle,
no te asustes en la soledad de la ciudad,
el silencio empapa y la oscuridad ciega
pero estar buscando respuestas
enloquece para siempre.
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