La taberna del mar: enero 2012

28 enero 2012

Loca curiosidad


Entonces se preguntó
qué era lo que hacía tan fría la noche,
cómo podía caer tanta niebla,
quién se había negado a hablarle.
No había respuesta,
como nunca la había habido
cuando antes se hizo la misma pregunta,
y la noche era fría,
la niebla cubría la calle,
las hileras de árboles en los paseos,
las mojadas baldosas de las aceras,
nadie había querido hablarle
y no sabía por qué,
no había respuesta.
Recordó lo que una vez le dijeron en casa,
cuando le advirtieron
que solo se lo repetirían una vez:
no te enfríes en las gélidas
y húmedas noches de la calle,
no te asustes en la soledad de la ciudad,
el silencio empapa y la oscuridad ciega
pero estar buscando respuestas
enloquece para siempre.

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10 enero 2012

Cuadernos de Koh Samui (2)



Los chicos del Boyzone en Koh Samui

En calzoncillos, de cuatro en cuatro en el escenario
moviendo sus deliciosas pantorrillas al ritmo de la música.
Iguales, casi iguales (solo se diferencian en los zapatos).
Los calzoncillos son blancos los días pares
y azules los impares.
El 39, con su recta sonrisa,
con los labios pegados siempre
(imagino que su dentadura no sería perfecta).
Todo manos, y piernas y cabeza,
bello como un Dios de Angkor Wat.
El 17, con ese brillo malicioso en los ojos
y un bigotillo negro, mirando siempre hacia los lados,
nervioso,
un poco arrítmico.
El 45, el más malo de los tres.
Con un cuerpo glorioso,
consciente de su belleza.
Y su sonrisa firme y descarada.
Cuando se van al fondo
tan solo sus dientes brillan
como gatos de Cheshire
(y sus calzoncillos los días pares)
Quizá el año que viene sigan ahí
pero no serán los mismos,
esos chicos de los que me enamoré
en agosto de 2011
en Koh Samui,
los chicos del Boyzone.
Serán otros, más guapos incluso,
más simpáticos.
Quizá huelan mejor
si es que es posible que algo huela mejor
que un adolescente tailandés.
Pero no serán los chicos del Boyzone que conocí aquel verano,
en Koh Samui,
el 39,
el 17,
el 45.
He tenido que cumplir cuarenta y cuatro años
para entender a Bécquer.


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