Erosiones

El murmullo del arroyo oculto
te despierta una vez más,
pero una vez desvelado
no consigues escuchar ningún vestigio del agua.

Discurre profunda la corriente,
sobre las praderas no se percibe
cambio alguno,
pero en los recovecos internos de la piedra caliza
aumentan los boquetes,
se extienden las cavidades
y se ensanchan las gargantas subterráneas.

Te ha vuelto a despertar el estrépito del agua, hoy,
y sin embargo, una vez atento,
te resulta imposible sentir el eco
del sonido que te espabiló.
No queda más que un lejano recuerdo,
un alboroto oído hace mucho,
un leve ruido grabado en el cerebro.
Y a pesar de todos tus esfuerzos
no puedes percibir de ningún modo
el fluido ligero y vigoroso
que va erosionando la roca bajo tierra.

Así estás, medio dormido, medio perdido,
y así te quedas.

____________________(enlace al original)

Adolescente muerto

La palidez marmórea sobre tu labio dormido,
el tenue resplandor fosforescente
que el calor que se escapa
de tu cuerpo muerto emana,
un ligero rubor en las mejillas
que como el vaho
huye en una nube roja y transparente,
el último aliento fragante de alhelíes,
una lágrima helada, congelada
(¡eran siempre tan ardientes tus lágrimas!),
una vena en tu cuello que ha dejado
de latir antes de tiempo.
Tus rizos rubios,
que caen ahora desmañados y sin fuerza,
la languidez de tu cerúleo brazo que se escapa
entre sábanas verdes.
El calor de pajarillo herido de tu vientre
frío ya, inerme.
Muerto como sólo un joven sabe:
rígido como los álamos helados,
azul y amoratado como un amanecer de enero,
dormido como el mar cuando se duerme.

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Tristesse primaveral

Va transcurriendo el tiempo
hasta oxidar el mecanismo
de los viejos relojes de pared,
se vuelve a repetir en serie infinita
el continuo ciclo solar,
el milagro de la primavera,
celebramos una vez más
estos días maravillosos;
una nada en el devenir perpetuo,
días de luz que no llegan a ser
ni un hueco en la eternidad,
nos volvemos a felicitar mutuamente
intentando olvidar la nimiedad de este nuestro lapso,
porque no es nada el intervalo acotado de tiempo
al lado de las mareas que se repiten dos veces al día,
y porque el estallido ilimitado de las flores
convierte este momento de hilar palabras
en más efímero que el más pequeño de los insectos.
Ensalzamos los brotes nuevos
pero ya hace mucho que comenzaron a secarse
nuestros propios brotes,
admiramos la fortaleza de las ramas jóvenes,
cuando ya el tronco de nuestra existencia
frágil, se consume.
Y sin embargo, sabemos firmemente
que mientras no seamos alimento de las raíces,
una vez más, otro año más, sin desliz posible,
nos encontraremos en todas y cada una
de las primaveras.

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Olas

Hace tiempo que no hablamos de las olas
de aquellas olas de agosto embravecidas.
Hace tiempo que dejamos de mirarnos
en los espejos sumergidos.
Bebí tu virilidad de un solo trago
y ahora me culpas de las fuerzas perdidas
(Dalila-vampira, me llamaste).
Subí hasta lo más profundo de tu abismo.
Te quité para siempre las ganas de beber.
La luz del amanecer es hoy extraña.
Dura y afilada, brillante, despiadada.
Sin sombra.
Hace tiempo que no hablamos de las olas
porque hace tiempo que ya no hay olas en el mar.
Se ha convertido
en una impávida laguna.
En una estólida laguna
como la del cuadro de Mantegna.

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