La taberna del mar

14 marzo 2017

La próxima pelea



Venía con la mano izquierda en alto, bajo la luna,
recién salido de las oscuras aguas azules del pantano,
poniendo con cuidado los pies sobre las piedras,
adelante, hacia el pinar
entre zarzas, guijarros, raíces y barro.
Bajé el brazo
después de tomar aire profundamente y expulsarlo
tres o cuatro veces,
y sacudí las piernas
sobre la hierba del arbolado.

Las gotas del último chaparrón caían todavía
por entre las ramas y las hojas,
de vez en cuando pisaba alguna piña
y el frío me iba produciendo
más y más dolor.
Me sentí perdido
en el verde oscuro
que con dificultad traspasaban los débiles rayos de luz lunar,
pero mis pies seguían su camino por su cuenta
entre los hirientes matorrales.

Me pareció que estaba siendo obligado a cumplir
algún artículo de un castigo eterno
para reparar algo que había hecho mal,
una terrible penitencia llena de sacrificio
impuesta por algún todopoderoso dios de la existencia,
la consecuencia de una atroz obligación
enviada por el destino desde tiempos remotos hasta hoy.

Pero yo no creía
en el destino eterno, en dioses todopoderosos,
y mucho menos en castigos ejemplares.
Había salido del agua grave, pero vivo,
bajo la luz de la luna llena entre las nubes,
apenas había conseguido culminar el camino hasta el pinar,
y ahora no quería más que un breve descanso,
templar un poco los pies, proteger mi cuerpo,
disfrutar celosamente de algún fruto silvestre
y prepararme
para la próxima pelea.

Nada más que eso.

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23 junio 2015

Abriendo caminos



Fresnos frágiles del camino,
praderas quemadas por el frío junto al mar,
el brillo de la nieve en las cumbres.
El deseo de mantener todo en el recuerdo
para poder disfrutarlo en la soledad del hogar
cuando la lluvia arrecia
y no se puede salir,
cuando no aparece el sueño
en el silencio nocturno,
cuando quisieras apretar
en la pequeñez de las palmas de las manos
la grandeza del mundo.

Hiciste tantas fotos aquí y allí
con la intención de que sirvieran de recuerdo,
con el fin de suplir
la memoria que se agota,
y de pronto,
las copias de las imágenes de las fotos
aparecen colgadas de una pared
en la sala de exposiciones del barrio.

Compartir recuerdos
abriendo caminos.

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09 enero 2015

Offshore: El chico sin nombre


El chico sin nombre es esquivo,
como un cervatillo.

Cuando yo estoy dando un paseo
por el nivel más bajo al que puedo acceder
sin peligro de que me arrastre una ola,
él aparece treinta metros por encima de mí,
y sonríe.

Es un chiquillo,
seguramente de Bermeo o de Elantxobe.
Quizá de un pueblo más pequeño.

Nunca habla.

Su sonrisa es tan franca, tan tierna,
tan inocente,
que parece raro verle aquí
rodeado de tubos, de chimeneas, de grúas.

Me sonríe en el comedor,
en el vestuario,
en el pasillo de los camarotes
pero siempre esquivo, ya digo, sonríe y desaparece.


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21 diciembre 2014

Esperanza


Una palmera china crece en el tiesto
despacio
en año y medio le han crecido cuatro largas hojas
unidas
el señor de la casa mira la planta en la terraza
a diario
y no entiende que las abejas en sus viajes
nunca
hayan parado en las hojas de la pequeña palmera
si alrededor
no hay ninguna otra planta de aroma intenso
entonces
el señor de la casa abre el grifo de la terraza
de nuevo
para echar un jarro de agua a la palmera china.
Esperanza

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02 diciembre 2014

Offshore: Adam


Adam es escocés, rubio y muy joven,
con la piel blanquecina.

De Aberdeen, dice.

Se pasa el día subiendo
y bajando a la torre de perforación
con un arnés,
colgado del cielo y solo.

Quizá más solo que ninguno aquí,
el más solitario del sitio más solitario.
Cuando le hablo enrojece pero siempre sonríe.
Lleva un mono azul
pero se lo desabrocha y deja
la parte superior colgando
o se enrolla las mangas a la cintura.

Se queda en camiseta,
una camiseta blanca de manga corta.

Te vas a quemar, le digo,
pero sonríe y guiña los ojos
con el reflejo del sol en el mar.

Creo que adora el sol.

Desde la torre se ve
el reflejo azul turquesa
de los atunes cuando giran, me dice.

Casi como tus ojos, le digo, y se sonroja.

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17 noviembre 2014

La fuente de siempre


He tenido que regresar
a la fuente de siempre
para encontrarte.
No te veo
en las avenidas de la vida,
en las calles de la noche,
en los rincones del alma.
No te siento
en la hojarasca del otoño,
en la ráfaga de viento sur,
en la melodía de las palabras.
No te abrazo
en las habitaciones de los hostales
en las columnas de los bares
en las palmas de las manos.

He tenido que regresar
a la fuente de siempre
para encontrarte,
pero en lugar del agua clara
he hallado
la bruma de tu mirada.

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03 noviembre 2014

Offshore: Rubén


Rubén es malagueño,
pero vive en Cádiz.
Se pasa la vida buscando
vuelos baratos en internet,
porque su novia
trabaja en Filipinas.
Es buzo y cuando acaba
su turno en la plataforma,
limpiando mejillones de las patas
que se hunden hacia el fondo,
se marcha a Pattaya
como instructor de buceo.

Es inquieto y travieso
como un conejillo
y con sus profundos ojos azules
tienes la inquietante sensación
de que también bucea en tu interior.

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14 octubre 2014

Todo parece estar quieto


Los entes sin substancia de los muertos
que se vuelven corpóreos en la casa vacía
acercan al presente
el inevitable transcurso del tiempo
y levantan el polvo sobre la mesa
en lentos vuelos invisibles.
Parece que se mueva la vieja cortina
al pasar junto a ella un espectro
que se acerca a la ventana,
y una hoja que cayó hace tiempo al suelo
realiza un ligero salto
cuando el fantasma retrocede.
No se oye nada,
prestando mucha atención se puede detectar
el vaivén de los espíritus de los muertos.
Todo parece estar quieto
pero alrededor se percibe de alguna manera
la desazón y congoja
de los antiguos moradores de la casa,
sus preocupaciones y angustias,
su tener que andar de aquí hacia allá
para poder lograr el descanso eterno.

Vuelvo a observar la habitación
queriendo retener los rayos de inquietud
en los muebles, en el aire y las alfombras,
deseando entender su significado.

Todo parece estar quieto.

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30 septiembre 2014

Offshore: Tim


Tim parece noruego,
pero es del sur de Londres.
Se pasea con un mono rojo de T.D. Williamson
y unas botas gigantes
como si fuera el jefe
de un campamento nazi.

Rubio, de ojos azules
y dos metros de altura,
recuerda a Eric, el vampiro de True Blood.
Sin embargo, es todo ternura,
un muchachillo cálido,
un niño con un cuerpo desmedido
que aún no ha aprendido a manejar bien.

Quizá por eso
se mueve como un robot,
y se va dando golpes en el casco
con cualquier tubo que se cruza en su camino.

Tiene unas manos gigantescas y,
cuando se sienta a mi lado en el helicóptero,
y a falta de mi marido o de mi madre,
sé a quién me agarraría en el último minuto.

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15 septiembre 2014

¿Qué será?


¿Qué será,
el aturdimiento y asco insoportable
creado por el interminable parloteo
y griterío de alrededor,
o la repugnancia que causa
el desagradable estrépito
que trae el aire
desde mares lejanos
en ráfagas violentas, continuamente?
Perdida la protección en el interior de la casa
y abandonado al destino en la calle,
extraviado y a la deriva,
¿qué será, el intento vano
de los presentadores vendidos de la tele
por vestir el vacío,
o el granizo vertido con fuerza
por la tempestad otoñal,
qué será
lo que me impide elegir
entre esto y aquello,
el remolino o el torbellino?

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04 junio 2013

Treta del pasado


Un pensamiento secreto
me ha traído al acantilado
y cuando el secreto se ha realizado
ha desaparecido el pasado
como lo hacen las olas contra las rocas.

Miles de gotas en el aire
tras el duro golpe,
así los millones de instantes
acumulados durante tantos años
han explotado
sobre la roca,
junto al acantilado,
a la orilla del mar.
De repente no hay pasado,
el pretérito vacío,
la nada en el recuerdo,
la nada tal vez,
¿la nada, de verdad?
Una gota de la ola
me ha golpeado fuerte en la cara,
gusto salado a aire marino:
no te puedo olvidar.

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27 mayo 2013

Mi mundo pequeñito (1996)





Mi mundo pequeñito

Una mesa y dos sillas,
una botella de vino
pan, queso
y una onza de chocolate de postre,
un vaso de cognac,
el sol por la ventana,
saber que el mar existe
aunque yo no lo vea,
y tenerte en mi cama cada noche:
mi mundo pequeñito.

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12 mayo 2013

Arco iris


El arco iris aparece alguna vez,
no perdura mucho tiempo
y se difumina poco a poco en el cielo.

Pero nosotros absorbemos sus colores
como la esponja absorbe el agua
de la piel de los amantes,
como la arena de la playa
retiene las últimas gotas
de cada ola del mar
que se acerca a humedecer
los cuerpos cálidos y excitados.

Y así dejamos el arco iris
vacío, desnudo
vestido de blanco y negro
con algún gris pálido perdido,
mientras nosotros lucimos radiantes
todo el cromatismo de la vida,
de la muerte,
mientras nosotros removemos
los colores del alma,
de la mente.

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17 abril 2013

Todos los universos


Entonces ya no eres tú
porque no estás aquí.
Entonces no eres nadie
porque eres cualquiera, en cualquier lugar.

Creías que te mostraría
un nuevo universo,
un cosmos que se extendiese al infinito.
Pero no necesitas nada de eso,
de ninguna manera,
solo tienes que coger un gran ramo de lilas
junto a las escaleras de casa,
poner el semblante sereno,
y perderte para siempre
en los largos pasadizos de tu interior.

No estarás aquí
porque ya no serás tú.

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04 abril 2013

Estuve paseando por la muerte



De repente la noche
a la que se desciende por peldaños de hielo.
Pero te veo así,
allí. Y ya no sé si tú eres tú o soy yo.
A lo mejor es el amanecer lo que
araña las cortinas. Tal vez.
Las palabras nacen como los pecados
pero no se perdonan ni se olvidan.
Te deslíes con la luz,
y tu fulgor líquido late cobrizo.
Estuve paseando por la muerte
y no soñé. Así, desnudo y revivido
me asomo a tu borde y grito.
Te despegas de ti mismo. Como una piel.
Y desde el fondo de la noche,
perdido ya e inerme, acompaño tu suave
descender hasta el escalofrío.

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04 marzo 2013

De buena fe


De buena fe,
obligado por el instinto,
con los ojos cerrados,
tomar una decisión
provisional
–o tal vez definitiva–
y cubrir el cuerpo de azul oscuro,
pintar las paredes de azul marino,
zambullirse en un poderoso azul
sin pensar en nada.

Dejaste el alma en algún lugar,
apartada y perdida,
meciéndose entre dos grandes olas,
y ha estado mejor que tú hasta ahora
en armonía con la marejada.
Pero te ha echado en falta
y con un profundo grito
te ha llamado
para que vayas en su busca de una vez.

Y ahí andas
intentado imitar al viejo profeta,
queriendo dar pasos firmes
sobre las aguas del mar,
sin ganas de hundirte hasta el fondo,
pero con el cuerpo ofrecido al destino
para que termine el viaje dondequiera.

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15 febrero 2013

Este poema llega demasiado tarde

(en memoria de Arpad Miklos)

Quizá si hubieras sabido lo que te quería,
lo que te queríamos. O ni siquiera así.
Teníamos los dos cuarenta y cinco años,
pero tú los tendrás ya para siempre.

¡Si hubiéramos estado tomándonos Martinis
en Menton, al solecito de febrero!
Luego, en el hotel, habríamos jugado a que tú
eras un niño. Y yo te arroparía hasta que te durmieras,
con la nariz quemada (un poco).

Pero tú estabas solo en tu apartamento de New York
y yo aquí, escribiendo poemas.
Quizá si este poema hubiera llegado a tiempo.

A lo mejor tu tragedia siempre fue
tener cara de buena persona.

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