Súbitamente

Casi siempre nos atrapa súbitamente
la niebla que se adhiere a las hojas de los árboles
como una cascada que surge de pronto
entre las pendientes montañosas.
De pronto, surgida de las piedras colocadas
recordando a los muertos
se nos aparece la fortuna agazapada,
temblorosa
como el vuelo de las mariposas envejecidas.
Una voz nos recuerda, involuntaria,
que ha llegado la hora,
o que falleció aquel vecino que quería vender su huerto,
o que en el encierro una vaca
ha golpeado gravemente a un mozo hasta matarlo.
Mientras una pequeña lagartija
esquiva con precisión las piedras del camino,
nos vuelve a atrapar súbitamente la niebla.
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