Las huellas de Laetoli

delante de este mar de azul violento,
delante de su espuma y sus gaviotas
para reflexionar un rato,
para decirme
que no tengo ya nada que decir,
que las palabras,
de tan gastadas,
me duelen.
Que los versos,
que siempre son los mismos,
se agarran con firmeza en el estómago.
Que me vacío delante de este mar,
delante de un horizonte que un barco
con una enorme chimenea
difumina tras una columna de humo gris.
Que hay una chica que se agarra a una cuerda
y esquía sobre el mar
y, aunque no la veo desde aquí,
sonríe y lleva el pelo brillante de minúsculas gotitas
que no sé ya sin son líquido o aire de agua.
Quiero pararme aquí un momento,
porque no sé si voy por buen camino,
o para certificar que sí lo hago,
porque me gusta reconocerme
en las huellas que he dejado por el camino,
en la arena.
Porque me gusta ver que alguien camina sobre ellas,
como en las huellas de Laetoli.